Hace dieciséis años, mientras esperaba en un café a que mi hijo terminara su clase de piano, leí un librito de un escritor alemán, entonces para mí desconocido, que me cautivó. El libro era una colección de frases sin apenas relación entre sí, como anotaciones que un ciudadano europeo podía haber tomado mientras esperaba a alguien. “Historia del lápiz. Materiales sobre el presente” de Peter Handke son aforismos, frases, comentarios, como si fuesen los post de un blog pretérito que llegaría años más tarde para un lector interesado en el ser humano histórico y europeo –“¿acaso las guerras mundiales no nos han amargado para siempre el gusto incondicional por Goethe?”- ; el escritor que se atasca –“necesidad de escribir una historia larga y coherente, para sentir de nuevo la posibilidad de fracasar”, “no sé si soy un poeta o un hilador de sensaciones”-; el recopilador de pensamientos más o menos grandes –“Wittgenstein: disposición poética: es la disposición en la que uno es sensible a la naturaleza y en la que los pensamientos aparecen tan vivos como la naturaleza”Y todo esto ¿a qué viene?... Sencillamente que al releer este libro he encontrado la foto del trapo rojo en el acantilado, que creía perdida, tomada un día gris de diciembre y en cuyo dorso tenía esta cita del libro de Handke: “corrige a quién amas, y deja en paz a tus enemigos”. Frase que llevo como grabada en mi forma de actuar con los demás.
Con el tiempo, mi hijo abandonó sus clases de piano, y el amigo Handke se buscó enemigos bienpensantes por sus opiniones en relación a la guerra de Yugoslavia. Quizás porque, por decirlo de alguna manera, mi hijo no quería dejar de ser niño y Handke se olvidó de esta frase de su libro escrito en 1982: “sólo debería ser crítico cuando quiero intensamente que las cosas sean de otra manera” Y Peter Handke quedó abandonado entre las rocas como un trapo rojo, a merced a las olas incansables.
1 comentario:
Me gustaría haber conocido el libro de Handke pero he de confesar mi ignorancia; no lo conozco. Sin embargo he sentido el sentido de lo que dices y creo que nunca seremos iguales todo el tiempo.
Me ha gustado la foto, no sé por qué, pero ese trapo rojo, dice tantas cosas...
Suena cruel y es grotesco, casi, pero si estuviera en Venezuela sería una propaganda perfecta del movimiento revolucionario de Hugo Chávez Frías.
Que horror, todos los venezolanos estamos obsesionados con él.
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