26 de marzo de 2007

CANGRO


Había una vez un hombre que vivía obsesionado por la salud y la enfermedad. Vivía pendiente de las noticias sobre síntomas, estadísticas e investigaciones científicas sobre el cáncer. Por esta manía obsesiva tuvo muchos problemas con los amigos y el trabajo. Su familia para asustarlo le decía que de tanto pensar en esas cosas ya tenía los ojos como los de un cangrejo de río y para distraer su pensamiento le regalaron “Don Carlos” de F. Schiller

El nueve de mayo salió a comprar tabaco y nunca más volvió. Al cruzar la calzada recordó, de pronto, que hacía tres años que había dejado de fumar y no se percató del viraje de un enorme camión de Transportes Carramarro, cargado con cajas cangrejos, que venía sin control por la calle de San Juan Evangelista.

21 de marzo de 2007

YO NO SOY ESTE



Dicen que hoy es el Día Internacional de la Poesía y yo me he acordado de aquel hombre, de aquel poeta que llevó su tierra, su dignidad y su alegría en sus ojos, en su poetizar diario: Juan Ramón Jiménez

Soy este
que va a mi lado sin yo verlo;
que, a veces, voy a ver,
y que, a veces, olvido.
El que calla, sereno, cuando hablo,
el que perdona, dulce, cuando odio,
el que pasea por donde no estoy,
el que quedará en pié cuando yo muera.


20 de marzo de 2007

Ruidos

Huir a la orilla sílice del mar,

con el cielo encastillado

por nubes albinas,

y descalzar tus oídos al ruido

único que te acuna

en soledad,

sin más testigos

que las rocas que aquel talla

sordo, solo, pero repleto de vida.

Fugitivo de esta ciudad que con pólvora

implanta, ruidos opacos sin remedio,

la alegría cutre y gregaria de sacristán fallero,

trato de escuchar el canto del ruiseñor bastardo

que Keats oyó

en el corazón moabita de Rut.


14 de marzo de 2007

La condena


(de Egon Siegel)

Es una historia escrita en 1913 por F. Kafka, cuyo inicio está lleno de optimismo primaveral pero con un final dramático, inesperado pero siniestro. Para que haya una condena tiene que haber una ley, un juez, un acusado y un delito. Georg Bendemann comete el mayor de los delitos posibles, intento de "parricidio" (el orden, la sociedad bien pensante, la seguridad) y su padre (el juez por ley natural) dicta la máxima pena por haber intentado su desaparición, no por rebeldía sino por suplantación en el orden establecido.

El dejarse caer de Georg en el río Moldava, mientras por el puente pasa el tráfico interminable, mientras la vida discurre en la ciudad, es la representación de que es imposible subvertir el sistema dentro del mismo. La visión pesimista de Kafka tuvo su final trágico con el advenimiento del nazismo y demás gobiernos dictatoriales -paternales- , muchos Georg se "dejaron caer en el río" sin ofrecer resistencia.

Cien años después ¿todo sigue igual?.

11 de marzo de 2007

La ronda que no cesa



Estos días he leído La Ronda (Reigen) de Arthur Schnitzler que me ha permitido acercarme a la Viena de los primeros años del siglo XIX. En aquellos majestuosos edificios, solo fachada, de la Ringstrasse se vivió la grandeza del pensamiento más destacado de la Europa abocada a las dos grandes guerras. La Europa que sucumbió al encanto de las grandes ideologías basadas en grandes fines con los medios más bárbaros y razonados. A. Schnitzler sufrió la persecución de la sociedad bien pensante por judío pero también porque despegó la fachada de cartón piedra de falsa e hipócrita moral que la recubría. Hoy cuando vivimos una escalada del belicismo rampante, despliegue de misiles, campos de concentración, muros vergonzantes y guerras rebozadas en bellas palabras, hoy he leído estas otras en un pequeño ensayo del autor de Reigen, escrito en 1916, en plena guerra mundial por un escritor médico, pacifista, mujeriego y aborrecido por los influyentes medios bien pensantes: “Y algún día volverá la paz”:

En primer lugar no creamos todo lo que se nos da a leer, de modo semejante a como tampoco nosotros deseamos que nuestros enemigos crean a ciegas lo que aparece en sus periódicos.

En segundo lugar intentemos comprender cosas que superan nuestra capacidad de creencia.

Y finalmente, y lo más difícil y aunque no lo intentemos ya en estos momentos, pues resultaría tibieza y debilidad, propongámonos al menos perdonar tan pronto se concluya la paz.”

Aquella ronda de hipocresía, doble moral sigue hoy en 2007 sin cesar.

6 de marzo de 2007

El corazón de las tinieblas de hoy,donde el horror es el odio


El agente Kurtz, colonizador asalariado en el corazón de Africa negra, vive con un deseo insaciable de riqueza y poder que le llevará a acostumbrarse a la compañía del horror y a encontrar familiar la barbarie ancestral. Esto que nos clarifica tan magistralmente Enrique Vila-Matas en un prólogo al célebre relato de Josep Conrad, nos sitúa la trama esencial del vivir inmerso en una vorágine sin límites.
Hoy, cuando en el mundo no vemos más que una representación de ese horror de un modo más variado y colorista, resuenan con más profundidad las palabras finales donde yo cambiaría el horror por ¡EL ODIO!. Palabra que apenas oímos como un susurro pero que está penetrando todos los medios de comunicación casi sin darnos cuenta, en todas las noticias, de forma sibilina pero implacable, como algo habitual a lo que nos hemos acostumbrado.
"Estuve a punto de gritarle: "¿No las oye?" El crepúsculo las estaba repitiendo en un persistente susurro a nuestro alrededor, en un susurro que parecía hincharse amenazadoramente, como el primer susurro de un viento que se levanta. "¡El horror! ¡El horror!"

4 de marzo de 2007

El mundo real



“Llueve y hace frío. Un día de perros. Las aceras moteadas de “eme punto” caninas y en las aceras televisivas políticos ceñudos insultan con verdades inventadas, vocablos pintados también con “eme punto”. En la esquina de la calle una joven toca una armónica. Siempre la misma melodía, pegadiza y cortante trata de abrirse camino en la selva de ruidos urbanos.
En la naturaleza todo está en permanente transformación, más lenta o más rápida, desde el mundo microscópico hasta las grandes galaxias, todo cambia desde el alba de los tiempos. Los que creemos en el progreso, hacemos de este principio tan elemental un puntal de lucha continua para mejorar las condiciones de todos los humanos. Y en ese menester no nos damos cuenta de que existen unos pequeños monstruos, que como fermentos, actúan a su aire transformando todo lo que encuentran a su paso.
Uno de esos monstruos invisibles es la ambición, que debidamente dispuesta a temperatura adecuada, concentración, presión y aislamiento producen unas criaturas ricas en detritus donde crecen muy bien los resultados económicos de las empresas.
Pero hay otros monstruos buenos que como el Kéfir al fermentar en un medio natural, sin hipocresías, y a temperatura cálida produce un líquido afectuoso y muy rico para mejorar la convivencia entre todos los humanos, la solidaridad.
La sociedad a medida que eleva su nivel económico, nivel de vida se dice, y se aleja de las inclemencias del hambre y la inseguridad física, favorece más al crecimiento del hongo de la ambición y languidece el de la solidaridad.”
(Extracto del diario de un empleado de banca sin piercing lingual)