Pasear por el campo entre urbanizaciones playeras es como caminar por un parque de la sin razón. Encuentras casas de campo del siglo pasado en ruinas, otras casi tapiadas para que no entren los forasteros, y todas cercadas por las nuevas urbanizaciones veraniegas.
Campos abandonados en espera de que pase el temporal de esta crisis para continuar destrozando el paisaje y así acomodarlo para que los forasteros estén a gusto.
Por la noche, en el humedal que guarda las espaldas de las edificaciones de primera linea, las ranas enmudecen para no molestar a los foráneos aunque eso implique extinguirse.
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