18 de julio de 2010

Hojas de estío 2010, la llama



No los he leído todos. Después de Desgracia perdí el interés. En general, yo diría que su obra carece de ambición. El control de los elementos es demasiado férreo. En ningún momento se tiene la sensación de un escritor que deforma su medio para decir lo que nunca se ha dicho antes, que, a mi modo de ver, es lo que distingue a la gran literatura. Demasiado frío, demasiado pulcro, diría yo. Demasiado fácil. Demasiado falto de pasión. Eso es todo.”

Ficción autobiográfica. Esto es Verano, que estos días he leído cercado por una brisa, fresca y bulliciosa, cerca del Mediterráneo. El relato edificado sobre cinco personajes entrevistados para una biografía del premio Nobel fallecido John Coetzee (pura ficción), donde se recopilan opiniones sobre sus dificultades para relacionarse, su obsesión por escribir, su aclimatación al régimen racista sudafricano de los años setenta.

Es una invitación a leer sus libros y encontrarse con un escritor que es capaz de decir sobre si mismo, en boca de la madre de una alumna suya:


“Porque, a mi modo de ver, tener talento narrativo no basta si uno quiere ser un gran escritor. También tienes que ser un gran hombre, y él no lo era”
“¿Cómo puedes ser un gran escritor si no eres más que un hombrecillo normal y corriente? Sin duda debe de haber cierta llama en tu interior que te distinga de la gente de la calle. Quizá en sus libros, si uno los lee, pueda ver esa llama”

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