Pasear por la huerta cercada por las construcciones de nuevas viviendas, circunvalaciones, autopistas provoca el pensar dentro de una realidad que no puedo apartar mientras habito en esta ciudad elegida. Esto condiciona el que se acepte todo lo que se está tramando por los políticos de un modo perverso. El edificio en el que habito está sobre un trozo de esta huerta.
Nos obligan a vivir, sin contar con nosotros, en un entorno que compramos y derrumbamos como un terremoto imparable. Terremoto que dentro de un tiempo, quizás no lo veamos, llenará de ruinas el paisaje de los que vengan.
La huerta que queda en los estrechos márgenes de la especulación sobrevive pero no se arruina y esto provoca en el anónimo paseante una sonrisa de esperanza, como si el esfuerzo de tantas generaciones, que mi vista no percibe, sostuviera como un armazón la certeza de que el futuro de los habitantes de esta Valencia sólo sera posible con el esfuerzo de unos pocos, como siempre.
Nos obligan a vivir, sin contar con nosotros, en un entorno que compramos y derrumbamos como un terremoto imparable. Terremoto que dentro de un tiempo, quizás no lo veamos, llenará de ruinas el paisaje de los que vengan.
La huerta que queda en los estrechos márgenes de la especulación sobrevive pero no se arruina y esto provoca en el anónimo paseante una sonrisa de esperanza, como si el esfuerzo de tantas generaciones, que mi vista no percibe, sostuviera como un armazón la certeza de que el futuro de los habitantes de esta Valencia sólo sera posible con el esfuerzo de unos pocos, como siempre.
3 comentarios:
Sitiados por muros, por acciones políticas directamente denunciables en el juzgado, por mandatarios corruptos o en vías de corromperse. Sitiados por la ignorancia, por el despilfarro y por la desnutrición intelectual.
Esa imagen me ha provocado mucho pesar. Es como si no tuviéramos nada, como si tu vida y tu entorno pudieran cambiar a golpe de firma y especulación. Es como ser libre, pero no serlo.
Hace unos meses, también le tiraron la casa y la huerta a una viejilla, por motivos urbanísticos.Hay que verlo para creerlo.
Un abrazo!
Hace tiempo que me alejé de la huerta valencia. Primero recalé en Barcelona, al final he acabado en Leipzig. Pero vuelvo con regularidad al hogar familiar, en la Calle Masquefa (seguramente la conozca), a caballo entre Benimaclet y Alboraya. Hace no demasiado, desde el balcón se podía ver el mar. Hace no demasiado, para visitar a un amigo que vivía en Torrefiel, me lanzaba a una excursión entre verduras bordeando acequias. Hace no demasiado, nos rodeaba la huerta... Ahora, los frutos del urbanismo más desaforado. Con cada viaje, descubro nuevas fincas, nuevos bloques de viviendas, a cada cual más ostentoso, más faraónico. Y me inunda una terrible nostalgia.
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