Dos personajes contemplan impasibles un paisaje amarillento y muerto. Fuera de las miradas nubladas de sus ojos no se aprecia ninguna señal de vida. Están sumidos en una ensoñación que no expresa ninguna viveza en sus ademanes.
El cielo azul se funde en una raya verde sobre el horizonte. Todo el paisaje es amarillo. El personaje sentado deja caer su manos, grandes y nudosas, en su regazo. Miran a la izquierda del espectador. Pegadas a ras del suelo, viejas fotografías en blanco y negro de personas jóvenes y niños.
El cuadro es grande y presenta una atmósfera de tranquilidad a los ojos de quien lo mira, pero no fuerza ningún ademán que implique una exclamación.
Los personajes del cuadro esperan a Odiseo en silencio.
El cielo azul se funde en una raya verde sobre el horizonte. Todo el paisaje es amarillo. El personaje sentado deja caer su manos, grandes y nudosas, en su regazo. Miran a la izquierda del espectador. Pegadas a ras del suelo, viejas fotografías en blanco y negro de personas jóvenes y niños.
El cuadro es grande y presenta una atmósfera de tranquilidad a los ojos de quien lo mira, pero no fuerza ningún ademán que implique una exclamación.
Los personajes del cuadro esperan a Odiseo en silencio.
1 comentario:
Y yo, me trago el silencio...
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