26 de mayo de 2010

Un caracol paralizante

"El verdadero silencio es un espacio en blanco que puede interrumpir el silencio mismo" (Pascal Quignard)
Nunca he comprendido cómo puede organizar su vida un escritor con muchas actividades sociales y escribir todos los días. Es posible que sea algo "profesional", como cualquier oficinista que acude todos los días a su mesa en la oficina y no se muere de asco.

Este mes de mayo se me ha hecho muy corto, casi como si hubiera vivido todo en un día, lo cual me alegra porque el tiempo detenido es algo mortuorio, pero a la vez es  un tiempo en el que la reflexión y la tranquilidad para poder escribir se ha esfumado.

Encima de la mesa, como si quisiera correr de verdad, veo la portada de Dublinesca que últimamente no leo y presiento que la lectura, una vez más, está reñida con las preocupaciones inquietantes. Y pienso en los caracoles, como en el sueño del comisario Montalbano de Andrea Camilleri, que de niño me paralizaban al ver como se deslizaban por mi brazo, se movían sin pausa, dejando su rastro baboso. Un contacto suave, sin pausa, paralizante que invita al silencio.


Bookmark and Share

1 comentario:

Clarice Baricco dijo...

Yo disfrutaba los caracoles. Me traes la infancia, pero más el silencio.

Abrazos.