7 de febrero de 2010
Venerable paseante
Caminar por la ruidosa ciudad, cada día más medieval, ignorante y beata, sin tropezar con la prisa es cada día más difícil, pero la mayor dificultad de todos los paseantes es encontrar alguna persona capaz de romper su monótono andar sin que se asuste o se ponga en guardia.
A uno le preguntan por una calle, después de escuchar atentamente las indicaciones del paseante interrogado le dice, con una sonrisa oscura y agradecida:
- Muchas gracias. Cuídese, por la noche nada de fritos, beba mucha agua, pocas patatas y pasee mucho. Se lo digo porque soy médico.
Uno se asusta pensando que tendrá mál aspecto, estará enfermo o aprecian venerable su figura canosa y le dan consejos para que no se amargue, el ánimo o la mirada, al vivir de cerca tantas intolerantes sandeces de los munícipes de la ruidosa ciudad.
En la calle Los Venerables han medio arrancado unos recortes de periódicos de la recién blanqueada pared. Dos pases de un torero sin cara, objeto de culto de un adorador, que el dueño de la pared no permite venerar o venerear su pared.
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1 comentario:
A pesar de que no me gustan los toros, la foto es hermosa.
Me dio nostalgia tu texto. Es tan verdad.
Abrazos.
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