En una semana he viajado de Berlín a Munich y entre cerveza y cerveza este país me ha dejado muy impresionado. Así de sencillo, porque no hay que tomarse muy en serio Alemania, su historia y sus paisanos, de lo contrario a uno le entraría un temblor con angustia prenatal que decía M. de Unamuno.
Todo tan bien reconstruido, tan aterradoramente lleno de orgullo y culpa por lo ocurrido hace setenta años que casi se llega a comprender que de esta aleación de sentimientos puedan seguir con tanta energía ("Wir haben die Kraft" dice Angela Merkel en la campaña electoral de estos días) a la búsqueda del trabajo acabado y bien hecho por encima de todo.
Paseando por Alexanderplazt, el ex-barrio obrero que recreó Alfred Döblin, a la sombra de su torre de comunicaciones, bajo el imperio de las bicicletas ("asesinas silenciosas" me dijeron que las llaman algunos mal pensados), te das de bruces con el monumento a Marx y Engels; parece que la gente que posa entre sus piernas lo hace como quien se acerca al monumento del Quijote ,que aunque no lo haya leído le resulta muy fotogénico para el recuerdo.
Mi recuerdo de Alexanderplazt es el de la multitud de bicicletas, de gente joven, del ir y venir de los tranvías, el olor a salchichas y el calor de estos días en una ciudad que se llena de futuro. Berlín es como el Angelus Novus de Paul Klee mirando al pasado que aunque parezca que le da la espalda al futuro el huracán del progeso empuja sus alas irremediablemente.
Todo tan bien reconstruido, tan aterradoramente lleno de orgullo y culpa por lo ocurrido hace setenta años que casi se llega a comprender que de esta aleación de sentimientos puedan seguir con tanta energía ("Wir haben die Kraft" dice Angela Merkel en la campaña electoral de estos días) a la búsqueda del trabajo acabado y bien hecho por encima de todo.
Paseando por Alexanderplazt, el ex-barrio obrero que recreó Alfred Döblin, a la sombra de su torre de comunicaciones, bajo el imperio de las bicicletas ("asesinas silenciosas" me dijeron que las llaman algunos mal pensados), te das de bruces con el monumento a Marx y Engels; parece que la gente que posa entre sus piernas lo hace como quien se acerca al monumento del Quijote ,que aunque no lo haya leído le resulta muy fotogénico para el recuerdo.
Mi recuerdo de Alexanderplazt es el de la multitud de bicicletas, de gente joven, del ir y venir de los tranvías, el olor a salchichas y el calor de estos días en una ciudad que se llena de futuro. Berlín es como el Angelus Novus de Paul Klee mirando al pasado que aunque parezca que le da la espalda al futuro el huracán del progeso empuja sus alas irremediablemente.
3 comentarios:
Es increible hasta donde llega la ignoranci de las gentes. Muy interesante la entrada. Saludos.
Ganas de visitarlo.
¿Tomaste fotos de bicicletas? ya sabes que las colecciono.
Abrazos.
ah, qué bueno saber de ti y tus letras, Berlín es la potencia cultural de Europa, ahí está el poderío de la cultura, ya me gustaría a mi perderme por ahí.
Besitos
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