Me gusta leer a Enrique Vila-Matas por su literario punto de vista lleno de optimismo, por lo mucho que hay que hacer, en un mundo que parece que camina al borde del vacío. En una entrevista a un medio mexicano hablaba de la necesidad de vivir en este mundo, sin resignación, con nuestra pequeña rebelión individual de bolsillo para no caer en el vacío que nos rodea.
Acabo de leer “Extrañas notas de laboratorio” de la editorial venezolana El otro El mismo. Es un conjunto de ensayos que inciden en sus experiencias literarias como lector y escritor, la literatura como búsqueda de esa otra realidad ficticia o real que nos muestra un sentido de la vida. En uno de esos textos (Conflictos de timidez), al hablar del escritor inglés Samuel Jonhson y su disgusto ante una auditorio que no comprendía su dedicación al estudio y a la literatura y que le hace pensar que esa intimidación le llevase a un comportamiento tímido y silencioso porque no comparta la opinión de la gente normal dice:
[...] se pregunta –S. Jonhson- si no será que se ha privado de todos los goces corrientes de la llamada “gente normal” para recoger ideas que deben dormir en el silencio y para formarse opiniones que no debe divulgar. Es el mismo conflicto de timidez al que se ven arrastrados hoy en día muchos amantes de la lectura, eruditos o simples personas que piensan y ven cómo se ríen de ellos o bien ven que son acusados –extravagante acusación- de leer o pensar demasiado. Sin embargo, no deberían dejarse intimidar y atreverse a divulgar su locura individual, esa “pequeña locura de bolsillo” de que habla Tabuchi, esa locura con la que todos podemos luchar contra la ignorancia generalizada de muchos señores de la guerra, que han hallado en la fórmula de reírse de quien piensa distinto (o simplemente estudia o piensa) una manera de aplastar aquella “furia de la inteligencia contra las piezas gastadas” de la que hablaba Mallarmé. Pero angustia pensar que hayan pasado Mallarmé, Celan, Kafka y Benjamin, por ejemplo, que hayan pasado todos estos pensadores o poetas y tantos otros y que esta inteligencia no haya podido sembrar una labor eficaz en el terreno de la Historia. Y es que tal vez la Historia se ha hecho siempre sobre la base de la negación de una cierta intensidad de inteligencia [...]
A uno le angustia, en este apacible verano, ver los tanque rusos invadiendo Georgia, otra vez la muerte y el dolor, y oír el comentario del inefable señor Bush de que quizás la actuación de Rusia ha sido desproporcionada. Desde luego en 2008 la Historia sigue fluyendo sobre la base de la negación de un mínimo de inteligencia; al menos nos queda la literatura, la risa y la imaginación para seguir vivos con nuestra rebelión de bolsillo que nos permite pensar diferente, ver la realidad extraña que nos rodea detrás de los acontecimientos que vivimos con aparente placidez.
Acabo de leer “Extrañas notas de laboratorio” de la editorial venezolana El otro El mismo. Es un conjunto de ensayos que inciden en sus experiencias literarias como lector y escritor, la literatura como búsqueda de esa otra realidad ficticia o real que nos muestra un sentido de la vida. En uno de esos textos (Conflictos de timidez), al hablar del escritor inglés Samuel Jonhson y su disgusto ante una auditorio que no comprendía su dedicación al estudio y a la literatura y que le hace pensar que esa intimidación le llevase a un comportamiento tímido y silencioso porque no comparta la opinión de la gente normal dice:
[...] se pregunta –S. Jonhson- si no será que se ha privado de todos los goces corrientes de la llamada “gente normal” para recoger ideas que deben dormir en el silencio y para formarse opiniones que no debe divulgar. Es el mismo conflicto de timidez al que se ven arrastrados hoy en día muchos amantes de la lectura, eruditos o simples personas que piensan y ven cómo se ríen de ellos o bien ven que son acusados –extravagante acusación- de leer o pensar demasiado. Sin embargo, no deberían dejarse intimidar y atreverse a divulgar su locura individual, esa “pequeña locura de bolsillo” de que habla Tabuchi, esa locura con la que todos podemos luchar contra la ignorancia generalizada de muchos señores de la guerra, que han hallado en la fórmula de reírse de quien piensa distinto (o simplemente estudia o piensa) una manera de aplastar aquella “furia de la inteligencia contra las piezas gastadas” de la que hablaba Mallarmé. Pero angustia pensar que hayan pasado Mallarmé, Celan, Kafka y Benjamin, por ejemplo, que hayan pasado todos estos pensadores o poetas y tantos otros y que esta inteligencia no haya podido sembrar una labor eficaz en el terreno de la Historia. Y es que tal vez la Historia se ha hecho siempre sobre la base de la negación de una cierta intensidad de inteligencia [...]
A uno le angustia, en este apacible verano, ver los tanque rusos invadiendo Georgia, otra vez la muerte y el dolor, y oír el comentario del inefable señor Bush de que quizás la actuación de Rusia ha sido desproporcionada. Desde luego en 2008 la Historia sigue fluyendo sobre la base de la negación de un mínimo de inteligencia; al menos nos queda la literatura, la risa y la imaginación para seguir vivos con nuestra rebelión de bolsillo que nos permite pensar diferente, ver la realidad extraña que nos rodea detrás de los acontecimientos que vivimos con aparente placidez.
2 comentarios:
Me uno a esta rebelión de bolsillo, pero sin permanecer alejada y actuante a mi entorno social.
Un abrazo.
Efectivamente, Pedro, siempre nos quedará la literatura, la risa (reír descongestiona el alma) y la imaginación para interpretar el mundo sin agotar cuotas de esperanza. Existe la esperanza de que la esperanza exista.
Un placer saludarte.
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