Hoy he ido al cine y me he emocionado como un niño. Esta historia tan sencilla del encuentro de dos amigos de la infancia y el cántico sin aspavientos al hedonismo pueblerino, a la vida sencilla que permite contemplar a los demás dentro del paisaje que nos rodea, con carcajadas muchas veces pero también con un sentimiento de humildad, que nos hace más autónomos. Una delicia, como un buen vaso de vino que puede ser una creación sofisticada como una pintura de óleo (La balsa de Medusa) en un cuadro o sencillo como un buen caldo del viñedo más cercano.
3 comentarios:
Por algún sito he leido que te gusta el vino del Somontano
No seré yo quien contraríe los gustos del señor Peñín (que tanto tuvo que ver con su boom), pero...
Me sgue gustando la garnacha, solita o en coupage (antiguo que es uno)
Quiero ver la película, porque ese actor es uno de mis favoritos. Además de que me contagiaste.
Me quedo con la duda de como se llama.
Saludos.
Ah, la cofradia del vino y una buena película, como la que citas. Existe el Paraiso, Petrusdom, pero está en nosotros. (Au contraire Sartre)
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