Por aquella carretera estrecha de los Picos de Europa, sin vallas quita miedo, con abismos, precipicios, simas, tajos, barrancos estomagantes, entre aquellas montañas de silencio ansíe como nunca alcanzar la meta de aquel viaje bucólico a los Lagos de Covadonga. Arriba en la llanura con vacas, cabras y muchos turistas aglomerados me encontré con esta valla. Valla que incitaba a saltarla para ver de cerca el abismo de la naturaleza sin multitudes, naturaleza sin humanidad: el vacío.
Hoy me he comprado el último libro de Enrique Vila-Matas, mi escritor vivo favorito, que precisamente se titula: Exploradores del abismo. El narrador cita a un poeta por mi desconocido, Roberto Juarroz, que también habla del vacío en su Poesía Vertical :
A veces parece
que estamos en el centro de la fiesta
Sin embargo
en el centro de la fiesta no hay nadie
En el centro de la fiesta está el vacío
Pero en el centro del vacío hay otra fiesta.
Lleno de contradicciones, es como si buscases en la naturaleza sin humanidad el abismo y vas como si fueras a una fiesta y sientes miedo, miedo que erige vallas de seguridad.
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