30 de abril de 2007

Las cenizas de la Bounty en los jardines de Monforte

Uno de los lugares de esta ciudad que suelo visitar en cualquier época del año son los Jardines de Monforte. Lugar tranquilo con perfil muy siglo XIX que resulta acogedor por su rosaleda, pérgolas, estanque, por sus estatuas y por sus árboles. Mi lugar favorito es un banco a la sombra de un gigantesco Ginkgo Biloba, cuya sombra densa y brillante me empuja a pensar qué será de él dentro de 1000 años, que es lo que dicen que vive. Aquí vienen renacidos almirantes y princesas de los años cincuenta con sus misales de primera comunión y parejas de recién casados a fotografiarse a contraluz en almibaradas poses. Precisamente una de estas parejas me ha recordado a Lucía y Andrés, con sus ojos brillantes sombreados de cansancio y miedo, protagonistas de Las cenizas de la Bounty. El libro de Susana Fortes, que acabo de leer, está lleno de imágenes contrapuestas, idílicas pero a la vez con la neblina gris de la gran confusión, y que cuenta la historia de un triángulo desde uno de los ángulos. El relato tiene frases que reflejan muy bien las relaciones de amor/amistad en un mundo en el que a veces hay que quemar las naves aunque seas un traidor: “También aprendí mucho sobre los silencios y los secretos que nos acompañan toda la vida y que acompañan a las personas que más nos importan, y que muchas veces además son su única compañía”

En uno de los jardines, entre setos geométricos, emergen estatuas solitarias que miran impertinentes como se alarga y gira la sombra del Ginkgo de los mil años, como si estuviesen contemplando el humo lejano de mil naves.

29 de abril de 2007

Fuga de muerte




"Leche negra del alba la bebemos al atardecer
la bebemos a mediodía y en la mañana y en la de noche
bebemos y bebemos
cavamos una tumba en el aire allí no hay estrechez"

Al leer estos versos del poeta alemán Paul Celan me han venido de la memoria unos aguafuertes de mi paisano Goya que junto con las fotos que nos llegan, por así decirlo, de rutina desde Irak, recuerdan que el horror no termina nunca para algunos. Estas dos imágenes separadas por doscientos años, muestran los cuerpos de las víctimas de siempre, el pueblo perseguido al que solo le queda cavar tumbas y recordar poemas, con el estruendo de los arcos triunfales, fortunas, medallas, banderas, música con fanfarrias, discursos y estatuas gloriosas.

"tu cabello de oro Margarita
tu cabello de ceniza Sulamita"

26 de abril de 2007

Fotomontaje



Esta mañana al dar un paseo por las calles de mi barrio he visto salir de una tienda de electrodomésticos a un hombre cargado de bolsas y cajas. Casi no podía andar con sus manos como tentáculos agarrando todas sus compras. Miraba alegre sin pensar en todos los que estábamos observando su penosa marcha por las aceras de la tranquila calle.

Más tarde he recodado unos versos del poeta, para mí desconocido, Raúl Carlevaro que parecían escritas por el hombre cargado de bolsas:

Una mujer me mira

desde una ventana escondida

escudriñándome

mientras yo camino

por una calle tranquila y oculta.

Cierra la ventana algo molesta

por mi innovadora intromisión.

Yo sigo.

Dos muchachos

al pie de una motocicleta

me miran algo provocativamente

como si yo viniera a descubrir un secreto largamente

atesorado por ellos.

Sigo.

La calma es casi absoluta.

Hay algunas plantas columpiándose hacia las veredas

y un sol débil que parece un huésped íntimo.

Me cruzo con un anciano que me apunta con el bastón

lo retira y se va mirándome

con un solo ojo

por detrás.

Yo sigo sin saber adonde.

Josep Renau decía en 1929: “Queremos un arte que nos enseñe la fisonomía moral de una época” y lo quiso expresar a través de sus fotomontajes, pero en el siglo XXI esta frase ¿tiene validez? Yo no lo sé, porque el ser humano ha sido engullido por los objetos y vivimos inmersos en un mundo que parece planificado sobre las dos máximas de Goebels: propaganda y organización.
El fotomontaje ahora sería como una monstruosa figura de objetos, miles de objetos, que engulle un ser humano desnudo y alegre pero desconcertado.

22 de abril de 2007

Anna Seghers




Acabo de leer el librito de Anna Seghers, seudónimo de la escritora alemana Netty Reiling, “La excursión de las niñas muertas” donde uno puede ver como se desvanece un mundo juvenil, luminoso, dichoso y alegre dentro de una neblina gris y angustiosa de una sociedad desintegrada por el horror nazi.

Trata del relato de una exiliada alemana en México a partir de los recuerdos de una excursión infantil en los años anteriores a la primera Guerra Mundial. Con esta estructura, Netty nos describe un retrato muy próximo de aquellas muchachas y su devenir a través de los años hasta la llegada del horror nazi, con la muerte incluida de cada una de ellas. Las parejas que se forman en aquellos días de luz, juventud y color en la orilla derecha del Rin acabarán víctimas del odio, la desesperación o de los bombardeos, nadie sale vivo excepto la narradora y la hija de Leni que sobrevive, ironías del destino, en un orfanato nazi porque nadie quiere pagar el viaje hasta Berlín donde vive la familia del padre.


Todas formaran parte de aquel dantesco reparto de víctimas y verdugos: Lore, la más alegre y con ganas de disfrutar de la vida, se suicida; Gerda no acepta que su marido claudique al poner la esvástica en el balcón y también se quita la vida. La joven maestra Sichel que le pide a la niña narradora que haga una redacción de la excursión también perece durante la persecución antisemita en un campo de exterminio. Así son descritos dieciocho más. Cada uno de los personajes que aparecen en la historia es colocado cuidadosamente a través de la neblina de los recuerdos en el mosaico roji-negro de la dignidad humana pero con la dulzura de los recuerdos de la infancia, cuando la alegría y la amistad son los únicos protagonistas.


Yo creo que la autora, que era madre y comunista tiene fe en el futuro, cree en la esperanza de la humanidad y por eso narra aquellos recuerdos para construir un futuro en el que no vuelva a renacer un régimen basado en el odio, la intolerancia, la violencia, la injusticia. Obra escrita en 1943 en su exilio mejicano. El relato termina precisamente recordando la tarea que le encomendó su joven maestra Sichel: una redacción que describiera la excursión de aquel día.


Precisamente en La Revista de los Libros de este mes hay un artículo de José María Guelbenzu, para hablar de su obra más famosa La séptima cruz, que recoge la explicación que dio Anna Seghers sobre las razones de la literatura en aquellos años: “Cuando volvía de la emigración, atravesé Alemania desde el oeste. Las ciudades estaban reducidas a escombros, al igual que el espíritu de las gentes. En aquel entonces Alemania presentaba una “unidad” de ruinas, desesperación y hambre. Pero también había personas que no estaban aturdidas por la miseria, y que, por vez primera, planteaban preguntas inquietantes para todos: ¿Qué ha pasado? ¿Cómo pudo ocurrir? Y de ahí surgió la siguiente pregunta: ¿Qué hay que hacer para que jamás pueda volver a surgir este terror?”

Esta excursión me ha inquietado porque en estos días, en Europa, con tanta banderología, tanto miedo/odio al otro, en una sociedad tan desarrollada y culta, ¿no será necesario releer estos relatos de mujeres luchadoras como Anna, precisamente para hacer algo que impida que pueda volver a surgir aquel terror?

18 de abril de 2007

La humanidad se mueve

Un montón de imágenes del mundo que se mueve y no nos queremos dar cuenta.

El equilibrista


"Dos montañas hay en que domina la luz, la montaña de los animales y la montaña de los dioses. En medio se encuentra el valle en penumbras de los seres humanos. Cuando alguno mira hacia arriba, lo arrebata como presentimiento una nostalgia irresistible, a él que sabe que no sabe, por los que no saben que no saben, y por los que saben que saben." (Diarios. Paul Klee. 1903)

Yo añadiría que nos pasamos la vida subidos a un cable, como el equilibrista pintado también por P. Klee, tendido entre esas dos montañas con una mezcla de entusiasmo por el riesgo y de temor por la caída y que al mismo tiempo nos impulsa a seguir hacia delante sin descanso, agarrados al balancín que alguien puso en nuestras manos.

15 de abril de 2007

Placeres





Al releer un libro (Poemas de lugar y la circunstancia. Bertolt Brecht) hallé este poema que describe muy bien esos lugares y quehaceres cotidianos que pueden ser momentos intensos sin grandes alharacas ni aspavientos. Lo copié en una hoja para releerlo a menudo y de paso lo pego en este cuaderno por si a algún viajero de la blogosfera le interesa.

14 de abril de 2007

Anderer: la decisión



Después de leer los cuadernos de mi viejo amigo Anderer, he pensado que lo mejor será transcribir algunas de sus anotaciones ocultando los nombres de las personas que allí aparecen. Ya veré como me las arreglo con sus dibujos y fotos tan abundantes que ilustran las peripecias de este zaragozano viajero a la cara oculta de la luna, siempre al borde del precipicio, “lectoradicto”, solitario, enamoradizo, mestizo de zamorano y aragonesa, pacífico antibelicista, poeta sin brillos, que se emociona con Glenn Gould en su “Le Clavier bien tempéré” I Preludio 1º , ebanista, republicano, odioso a veces, más búho que alondra, rebelde de causas perdidas, oído fino que siempre llora con María Callas en su Gianni Schicchi, sólo confía en la desconfianza y más en el ser humano que en los dioses, andarín de senderos montañeros, nadador con flotador, derrochador, pintor expresionista, alérgico a familias y demás Iglesias, jardinero, ácrata con los poderosos, que odia los tatuajes pero le agradan los lunares, su mayor curiosidad es quién será el psicopompo que le acompañe al final de sus días.

Esta es la anotación primera de su Cuaderno “Magnus Ladulas”:

Zaragoza 27 de mayo de 1972. 2 de la madrugada.

En este momento en que los ídolos se caen, las máscaras se derrumban, los estuches se abren, las lágrimas quieren asomar, la risa estalla…Después de casi no dormir, ayer tomé la primera decisión sin consultar con nadie. El dilema era irme de casa, del trabajo, de los amigos, de la ciudad, alejarme de F. lejos, muy lejos y no volver. Darme una oportunidad para poder romper con la vida gris y rutinaria que me espera irremediablemente si acepto quedarme en esta sociedad monocorde, ramplona.

Hoy me he despedido del trabajo. Como era de esperar el “señor Campos” se ha llevado un gran susto, no se lo podía creer: - Y ¿dejas este trabajo del departamento de Contabilidad para irte a viajar al extranjero? ¿con 24 años tiras por la ventana todo un futuro profesional sin más?

Me he quedado por fin tranquilo, como cuando al final de un sendero helado te sientas en un peñasco rodeado de nieve y suspiras aliviado. Después de decirlo en casa ya solo queda preparar la mochila. Creo que en mi novela de los “Tres lobos”, uno de ellos por fin ha decidido dejar el madero flotador en la orilla del río Gris y adentrarse por tierras desconocidas.

10 de abril de 2007

Desde el Micalet


(Foto de Alfred Domínguez)


Hace un tiempo mi hija y su amiga, subidas en lo alto del Micalet de la Catedral de Valencia, lanzaron a la plaza de la Virgen cientos de papelinas con mensajes/epigramas/notas del tipo: "No necesitamos de tantos accesorios añadidos", "El verdadero lugar de nacimiento es aquél donde por primera vez nos miramos con una mirada inteligente; mis primeras patrias fueron los libros", "Los rayos de tus brazos entreabren la niebla", "Sobre la máscara te pusiste el rostro y asustaste a los niños","La soledad es legendaria como los ríos. Y como los perfumes impregna. Todo es fragancia y humo", "¿A dónde vais bajo la lluvia, amigos tenues como la voz del grillo?... los paseantes que se agachaban a recoger la nota, después de leerla miraban a lo alto del campanario y según su parecer la guardaban o la arrugaban furiosos.
Yo no sé el efecto que causó en las nubes de turistas, paseantes y piadosos feligreses aquella colección de frases, algunas de cosecha propia y otras de M. Yuorcenar, M. Lowry, A. Mutis, Bataille que caían con su brillante balanceo, pero hoy cuando vuelvo de ver como la lluvia empapaba el mar y el frío mis huesos al recordar aquella experiencia me he sentido igual que ellas subido en lo alto de esta bitácora. Por una sonrisa o una reflexión humanas creo que vale el esfuerzo de andar por estas altitudes literarias.

3 de abril de 2007

Sin novedad en el frente


En la clase de Literatura Alemana, nos han hablado de la República de Weimar. La profesora ha explicado lo esencial en estas décadas, del 1919 al 1930, de la prosa que se escribió en el ámbito de la cultura alemana, la Nueva Objetividad (Neue Sachlichkeit). Destacó en prosa Erich María Remarque, que con su “Sin novedad en el frente”, se convirtió en el libro más leído de 1929 (1.500.00 ejemplares vendidos), con película incluida. Todo un éxito popular y de crítica, al final ardió en las hogueras nazis del 10 de mayo de 1933. Se cuenta la historia de un soldado alemán de la Primera Guerra Mundial, sus batallas, miserias, atrocidades y la vuelta a casa, contado con un lenguaje objetivo, tipo reportaje, cercano a los soldados con una visión descarnada de una generación cansada, derrotada y sin esperanza. La película de aquel mismo año de Lewis Milestone, con ciertos retoques, triunfó en Estados Unidos y en Francia estuvo prohibida hasta 1963 (¡!). Cometió un pecado, era antibelicista.
Hoy en el año 2007, me he preguntado mientras la profesora nos hablaba también de Irmgard Keun (otra escritora olvidada), ¿es posible un “Remarque” antibelicista con unas tiradas millonarias, sobre la guerra de Irak? Ahora ya no hace falta un Goebbels que consiga movilizar a toda la derecha para una acción conjunta de censura (lo consiguió), porque aquel libro y aquella película “desprestigiaban al ejercito”. Ahora, cuando estamos sumergidos en la “Objetividad Misma”, cuando se venden más armas que nunca, los ejércitos son cada vez más “profesionales, las canalladas contra la población indefensa no cesan, las banderas aumentan en número y en tamaño, simplemente nadie distribuye un libro o una película de esta índole. Estos libros y estas películas quedan recluidos al gueto de los minoritarios bichos raros y sus reflexiones en la noche "bloggiana".

1 de abril de 2007

Anderer




Han pasado muchos años, treinta y cinco, desde la última tarde que charlamos en aquel verano de Estocolmo. Me he quedado petrificado al abrir el paquete de la oficina postal y que no he podido resistir el abrirlo en un café de camino a casa. El camarero se ha quedado mosca cuando le he pedido un café un cuchillo. Dentro había una nota de mi amigo Anderer junto con tres gruesos cuadernos escritos con su letra suelta, irregular, desigual, a veces indescifrable, como el mismo.

De pronto he sentido que una montaña de humo se precipitaba sobre mis ojos. La nota dice: “Sí, soy yo. No estoy muerto. Quiero que leas estos cuadernos, pero por favor no empieces por el final. Yo te apreciaba mucho y quiero que tú, cuando termines de leerlos, me aprecies igual después de tantos años. La escritura puede hacer ese milagro. Recibe un fuerte abrazo”

Son muchas palabras, muchos años aquí resumidos los que hay que leer y que procuraré recoger en este blog a partir de hoy con el título: “Los cuadernos de Anderer”