9 de septiembre de 2007

Crecer o morir

Esta parece la consigna de las economías de todos los países. Como si fuera una orden que hay que seguir a ciegas, la tiranía de los genes. El tiempo nos hace frágiles y la historia, aunque la manipulen, nos ilustra muy certeramente sobre la duración y el final. Serge Latouche lo explica muy bién en una reciente entrevista en LA VANGUARDIA. El mantiene que en los países ricos se tiene que poner fin al crecimiento, es más, cree que hay que decrecer para no arruinar a todo el planeta.

- De seguir creciendo al 2% anual, en el año 2050 la humanidad necesitaría ya explotar ¡30 planetas! como la Tierra para sostener tal crecimiento. Ahora consumimos el patrimonio acumulado por la Tierra en miles de años: hoy quemamos en un año lo que la fotosíntesis tardó 100.000 años en producir.

Esta preocupación por el futuro, al parecer no se da en estos términos en los poderes establecidos del país más grande de la historia. Pero sí se oyen o leen, llamadas de atención de algunos personajes que se inquietan por el futuro y sin querer les viene a la cabeza el final del Imperio Romano (¡! Sigue la dictadura de los genes, el instinto de conservación).

Uno de ellos es David M. Walker, en un artículo publicado el pasado 5 de septiembre en EL PAIS expone su preocupación porque en los próximos decenios EE.UU no van a tener suficientes trabajadores que paguen impuestos para seguir creciendo como hasta ahora .Basándose en datos económicos que, al parecer, conoce bien por su trabajo como Responsable de la Oficina de Cuentas del Gobierno Federal, vaticina malos tiempos si no se mira al futuro de forma más realista. Hace un llamamiento al Gobierno, Congreso, ayuntamientos, empresas, universidades, instituciones benéficas, think-tanks, Ejército y medios de comunicación (sorprende que no señale a las confesiones religiosas) para: recuperar la disciplina fiscal (menos endeudamiento) y centrarse en el futuro. Más de lo mismo, la razón puesta al servicio de la sinrazón.

Es como "El acróbata" de Francesc Torres, que trata mantenerse en equilibrio entre su deseo y las leyes de la física, la sinrazón y la naturaleza, una lucha constante en un tiempo limitado.

A pesar de todo, uno piensa como aquel italiano del siglo pasado cuando decía que hay que ser pesimista con la razón pero optimista con la voluntad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

O teu blog é muito mais sério que o meu. Contudo, ambos complementam-se.

Vou também linkar-te.

Obrigado e um abraço