23 de marzo de 2011

Aparición del ángel, ¿el sueño de la razón?


Georges de La Tour, dice Pascal Quignard, quedó marcado por el incendió de Lunéville que presenció durante la Guerra de los Treinta años, guerras de religión y también de las tinieblas que se quebraban con la luz de la vela mientras pensaba.

Este cuadro, L'Apparition de l'ange à Joseph, nos muestra a un hombre sumido en un sueño con un libro en las manos al que habla un ser asexuado, un ángel o un fantasma, que no proyecta sombra. A José, santo muy familiar, en tres ocasiones se le aparece un ángel para darle noticias y normas que cumplir.
Cuando despierte, volverán a sus oídos las palabras del ser irreal que le dice de casarse con la virgen María, o que ha de huir por la noche a Egipto o que ya puede regresar a su tierra porque ha muerto el tirano. Siempre un intermediario, un mensajero, el escalafón de las divinidades no da otra opción. Quizás no sepa, al despertar, si lo soñó o lo dedujo de sus reflexiones sobre lo que había leído. Nunca lo sabremos.
En el silencio de las tinieblas, veladas por el ensueño de un lector dormido, siempre queda la incertidumbre que muchos envuelven con la certeza de unas creencias, pero ...
"Uno debe someterse a sus sueños, resignarse a descubrir en ellos los motivos de las decisiones que toma. Si no lo hace, se expone a revivirlos con impaciencia durante el día."
(Pascal Quignard) 



12 de marzo de 2011

De un tiempo lleno de cristales rotos: Japón earthquake


Y parecía como si cada cual bebiese en él (tiempo) su esperanza y su fuerza como en el primer golpe de viento de alta mar; por encima de las diferencias de clase y riqueza, aquella especie de fraternidad espontánea de la calle se parecía a la de los hombre embarcados en la misma nave y unidos por la solidaridad de una tripulación cuando zarpa el buque y se apagan en la imaginación palabras como "muerte" o "enfermedad", para encenderse otras como "tifón" o "naufragio"
(El mar de las Sirtes, Julien Gracq) 



Ver por las noticias del terremoto de Japón, la fragilidad y al mismo tiempo la solidaridad humana me ha recordado esta frase de Gracq. Japón siempre me ha parecido un enorme barco lleno de hormigas, todas juntas, todas apegadas a una cultura que no quiere sucumbir al paso del tiempo. 
El tiempo esa palabra tan difícil de definir y tan vulgar, como la vida misma.

2 de marzo de 2011

El principio de Borges


Muchas veces leer es casi como explorar  la mente de un ser,vivo o muerto, que en algún momento quiso explicar un pensamiento. Esa mente impenetrable es la que me conduce, muchas veces, a un callejón sin salida. Cuando Borges escribió El principio, quiso mostrar ¿los inicios del progreso de la humanidad? o ¿el inicio de la decadencia, al alejarse de Dios o de las creencias efectivas?:
Dos griegos están conversando: Sócrates acaso y Parménides. Conviene que no sepamos nunca sus nombres; la historia, así, será más misteriosa y más tranquila. El tema del diálogo es abstracto. Aluden a veces a mitos, de los que ambos descreen.  Las razones que alegan pueden abundar en falacias y no dan con un fin. No polemizan. Y no quieren persuadir ni ser persuadidos, no piensan en ganar o en perder. Están de acuerdo en una sola cosa; saben que la discusión es el no imposible camino para llegar a una verdad. Libres del mito y de la metáfora, piensan o tratan de pensar. No sabremos nunca sus nombres. Esta conversación de dos desconocidos en un lugar de Grecia es el hecho capital de la Historia.
Han olvidado la plegaria y la magia.
 (J.L. Borges, Obras Completas, C.Lectores, 1993)