18 de enero de 2011

La paloma y el halcón con "Las armas y las letras" de Trapiello


Oír un ruido, el golpeteo de alguien que tropieza, como un chocar en el cristal de la ventana es un modo de romper la monotonía de la tarde de sofá  y darse cuenta, al mismo tiempo, que el mundo no ha parado aunque estés con un libro de la guerra civil española.
Al apartar las cortinas, la imagen del pichón malherido con su pata rota y el pico quebrado, despierta la tristeza adormecida y el lector deja su libro en la mesa para intentar aplacar los restos de la absurda piedad que le sobrevive.
El pichón inmóvil en la repisa de la ventana no se inmuta, quieto y mudo entre las manos del que lo recoge.


En una caja de zapatos, sin ruido, agonizó  mientras en el tejado de la casa cercana el halcón se preparó para una nueva salida. Nunca sabré si el halcón atacó al pichón o este se estrelló contra el cristal por estar enfermo.
Sigo con Las armas y las letras, empeñado Andrés Trapiello en descubrir quién fue el halcón y quien el pichón de los escritores de la guerra, entre los que ganaron y los que perdieron.


3 comentarios:

J. G. dijo...

una versión quijotesta de su peculiar discurso, el resto como la vida.

Anónimo dijo...

Esto de entremezclar la historia leida con la vivida en rededor,sin duda viene de familia, jajaja. Interesante el relato corto y la sutil moraleja abierta.En mi caso, entre la tozuda niebla zaragozana , acabando la tarde, se me ocurre como obvia a la libertad en forma de palomo y a ese halcón cada vez más evidente como un moderador intereconómico, por ejemplo, no? Abrazos literarios de tu hermano, el pequeño, por ejemplo también, pese a la niebla.

Clarice Baricco dijo...

Ay me dio tristeza.