26 de septiembre de 2010

Walter Benjamin el eterno flâneur

Dublín, Julio 2010

Ocho años antes de venir yo a este mundo, justo el 26 de septiembre, se suicidó en un hotel de Port-Bou un europeo que iluminaba el pensamiento de su tiempo. Walter Benjamin sufrió la humillación, la derrota, la muerte por vivir antes de tiempo.

En su libro-recopilación "Libro de los pasajes" escribió:
Por primera vez en la historia, con el nacimiento de los grandes almacenes los consumidores comienzan a sentirse como masa. Con ello aumenta extraordinariamente el elemento circense y espectacular del comercio.
Las modas son un medicamento, tomado a escala colectiva, dirigido a compensar los efectos nocivos del olvido. Cuanto más breve es una época, tanto más se encuentra remitida a la moda. 
La experiencia de nuestra generación: que el capitalismo no morirá de muerte natural. 
El estudiante nunca acaba de aprender, el jugador nunca tiene bastante, el flâneur siempre tiene algo que ver. La ociosidad se orienta a una duración ilimitada que escapa fundamentalmente del mero gozo sensible, sea del tipo que sea.

24 de septiembre de 2010

Lenz de G. Büchner o la existencia como lastre


El relato que escribió a los 22 años se abre a muchas lecturas. Lo leí sin buscar doble sentido, hay que dejarse arrastrar por las palabras.

Se habla de un hombre que huye de su familia, que lo buscan, la enfermedad que sobresale en el paisaje montañoso, demasiado humano por el tormento de su mente.

"El día 20 iba Lenz por la montaña. Las altas cumbres y las cimas cubiertas de nieve; valle abajo, rocas parduscas y abetos. Hacía un frío húmedo, el agua murmuraba en su descenso por las rocas y salpicaba el camino.
No sentía el cansancio, lo único que a veces le resultaba molesto era no poder andar cabeza abajo."

Quizás hay que detenerse únicamente cuando se lanza a pensamientos que buscan lo más difícil de entender, el sentido de lo imperecedero.
"Hay que amar a la humanidad para adentrarse en el propio ser de cada uno, nadie debería resultarnos demasiado simple, demasiado feo, solo entonces podremos entenderla"
 Georg Büchner escribió poco en los pocos años que vivió, su exquisita educación de científico y pensador le impidió acabar como el poeta de Charleville.

19 de septiembre de 2010

Pasto insaciable



No suelo recordar los sueños. Cuando despierto a veces repito una palabra y luego, mientras me levanto, busco palabras derivadas, pero de lo soñado ni rastro.
La otra noche desperté en medio de un sueño, estaba ante un cruce de dos ríos caudalosos. Como si fuera el cruce de dos calles, las aguas discurrían de lado a lado y de arriba abajo sin que el sentido de la corriente se viera alterado por sus fuerzas. En un momento preciso vi cómo por un lado de la escena se alejaban tres o cuatro figuras casi ocultas entre los torbellinos de agua. Desaparecieron de forma rápida. Eran tres o cuatro patos, con sus cuellos estirados y su pico cerrado.
Esa imagen que las palabras tratan de desentrañar se reducían a ríos y unos patos que se alejan. Agua y aves, las palabras que más saltaron en la retina de mis ojos durante el viaje a Irlanda, en aquel paisaje verde y húmedo que poco a poco se esfuma en el recuerdo y que pronto quedarán enterradas en el cementerio del olvido, igual que mi madre o que el admirado J.A. Labordeta.
Mientras, el verano se va con botas de agua, leo a Huidobro:

Yo estoy aquí de pie ante vosotros
Se me caen las ansias al vacío
Se me caen los gritos a la nada
Se me caen al caos las blasfemias
Perro del infinito trotando entre astros muertos
Perro lamiendo estrellas y recuerdos de estrella
Perro lamiendo tumbas
...
Pasto en las fauces del insaciable olvido

11 de septiembre de 2010

Noche irlandesa



Killarney, Julio 2010
No recuerdo quién dijo que a determinados actos se les llama patrióticos o populistas según el plumero del comunicador, esto nos pareció aquella noche.
Cuando cae la noche irlandesa, la ciudad se vuelve jesuítica, es decir, taimada. Enmudecen las campanas de sus iglesias cristianas y comienza la música alegre de los bares.
Aquella noche, en Killarney, fuimos a un bar con músicos al igual que algunos turistas extranjeros y familias enteras de alegres irlandeses de todas las edades. Todos cantan y aplauden a la sombra de sus pintas de cerveza.
En la pared cercana a donde nos sentamos vi la estampa enmarcada de un Corazón de Jesús con sus aniñadas manos que señalan el cielo y sus entrañas cardíacas. Al terminar las actuaciones musicales, todos se ponen en pie y entonan, serios y sonrojados, el himno nacional del país. Unos se van, pero la mayoría sigue apurando su pinta de cervez negra.
En la calle el silencio marca los ritmos de los peatones que van a sus casas.

5 de septiembre de 2010

Hojas de estío 2010, el tejo



Después de una buena caminata por el Parque Nacional de Killarney llegamos a esta abadía de Muckross, en ruinas, que fundaron los franciscanos en el siglo XV. En Irlanda hay muchos conventos, abadías, monasterios e iglesias abandonadas desde la revolución eclesiástica de Enrique VIII.
En el claustro, arropado por las arcadas musgosas, junto a la nave sin techo de la iglesia ha sobrevivido el tejo más antiguo, eso dicen, de Irlanda. Es muy posible que los frailes levantaran su monasterio sobre las ruinas de algún monumento de los celtas, para los que el tejo era un árbol sagrado.

Aquello parecía un contrasentido. Los hombres construyen un templo a un Dios y la naturaleza preserva lo que tiene raíces en sus entrañas y el fuego de la historia ha respetado. El árbol sagrado para fabricar arcos y flechas, el árbol para envenenar a enemigos ha sobrevivido gracias al claustro construido por unos frailes que creían en la vida de la naturaleza.

3 de septiembre de 2010

Hojas de estío 2010, Pollock


Cerca de Killarney, camino de Lord Brandon's Cottage, vi una casa abandonada. En aquel paraje montañoso, con una lluvia que sin ser molesta nos impulsaba a caminar más deprisa no pude dejar de mirar por la ventana desvencijada. 
Y allí estaba, como una obra del borrachín de New York, en manos del tiempo por gracia del abandono de los pobres que se fueron a mejores tierras. Irlanda un país que eleva monumentos a sus próceres y a sus hambrunas.
Igual que Pollock, el tiempo, no pinta una imagen plasma una acción, que es lo que el paseante puede ver en aquella humilde casa abandonada cerca de Killarney, cuando la suave lluvia de agosto abrillantaba las paredes abandonadas.


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