10 de junio de 2010

Las palabras ciegas

Estos días, después de ver "Los girasoles ciegos", pensé en mi padre y no me perdono no haber hablado, cuando tenía mi edad, de sus años de la postguerra. Siempre guardó silencio, silencio cómplice o de dolor aceptado. Nunca lo sabré.


Leo "Las armas y las letra" de Andrés Trapiello, su padre también estuvo en el frente de Teruel y posiblemente en la trinchera enfrentada a la del mío. Ahora es bueno recordar lo que escribió Azaña cuando suponía que los caídos en las trincheras envían destellos de su luz como un mensaje de :
Paz para vivir, piedad para olvidar y perdón para recordarlo todo, sin dañar ni dañarnos, y alcanzar, con más letras que armas, el noble y nada difícil oficio de ir tirando, con libertad y justicia, cosas todas ellas que encierran palabras del salmista: "pasan nuestras días y acaban nuestros sueños [...] como quien cuenta un cuento.
 Mi hija N me ha el regalado el libro sin que supiera que estos días, tan primaverales, aquí en Valencia he recordado tiempos de infancia incompletos, días de palabras ciegas, en sombras.

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1 comentario:

Gonzalo Muro dijo...

Tu comentario me ha llevado a pensar en nuestro pasado, en cómo lo afrontamos hoy en día. En el ejemplo que damos a nuestros hijos y en cómo nos juzgarán. Gracias por acercarnos tu reflexión.

Un saludo.