30 de marzo de 2010

(Via http://www.epdlp.com/)

"Vive en una potente y angustiosa psicosis de final de todo.  Y aun nada ni nadie ha podido convencerle de que envejecer tiene su gracia. ¿La tiene?" (E.Vila-Matas)

Me voy unos días a las tierras de Montaigne, en la Dordogne y en la maleta me llevo lo último de Vila-Matas, Dublinesca, que ya en sus dos primeras páginas plantea el dilema que vivimos algunos -los apartados del mercado, del mercado laboral y sentimental-, la angustia de vivir el final de todo aunque se empeñen muchos fabricantes de sueños y deseos en lo contrario.

El viaje como anti-soledad, con el tiempo suspendido en la descripción que se rememora a la vuelta, momento culminante de todo viaje.

Antes de salir leo esta entrevista, extensa y densa, en el blog "El síndrome de Chejov"

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23 de marzo de 2010

El pilón



Aquí sobre este sillar  prendían, en Vilafranca, a los reos de haber cometido alguna fechoría. Este lugar estaba justo enfrente de la puerta de la iglesia y los domingos al salir de misa podían contemplar a todos aquellos que la comunidad consideraba nocivos para su convivencia. Se supone que quedaban marcados por el oprobio y la vergüenza.

Muchos añoran estas piedras medievales, abominan la Ilustración y la Modernidad, porque la sociedad no ha sabido aprovecharse del desarrollo técnico y económico. La solución es buscarla en lo más profundo del ser, ellos piensan que está en la religión cívica o en la monoteísta. Los neoconservadores confunden la causa de la crisis de la sociedad moderna con el efecto,  soy de los que creen que la cultura de las relaciones humanas han sucumbido  al pensamiento del intercambio monetarista. Las tensiones de la sociedad moderna, dice Adela Cortina,  se calman sobre la base del entendimiento mutuo y no sobre la instrumentalización del otro como un medio para conseguir mi fin. Algunos nos quieren hacer creer que es el azar y no la lógica  la  protagonista de nuestras vidas.

Parece como si ahora en el pilón, esa piedra medieval,  estuvieran amarrados los que creen que nuestras vidas pueden ser mejores en este mundo sin creer en el azar, en la Fortuna, en los dioses, en el más allá.

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14 de marzo de 2010

La grasa pegajosa


Pasear por Cantavieja, Mirambel, Iglesuela es caminar por la historia que se arrastra por el paisaje como un dinosaurio mudo. El olvido invernal en el que duermen poblaciones tan ancianas llega a dar miedo, miedo por lo que ahora adormece a las ciudades actuales, el continuo vivir en la mentira.

Vuelves a la ciudad y ves la grasa pegajosa que cubre todos los espacios construidos para la convivencia.  Esas miradas de odio al otro que tanto daño ha dejado en la piel de este país.

Se muere un hombre bueno, Miguel Delibes, todos lo lamentan, pocos se creen lo que sus libros proclamaban, la vida sencilla de los más humildes.

Como diría Peter Handke: La grasa que se me atraganta: España.

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11 de marzo de 2010

De fotos, el MUVIM y la santa desvergüenza


Ando yo estos días un tanto abatido al ver cómo la incultura y el más burdo gesto político se apodera de la arrogante derecha valenciana. No importa que se burlen de la inteligencia de sus conciudadanos, no importa que mientan embutidos en sus trajes, agarrados a bolsos también "regalados", no importan si con ello consigan mantenerse en sus coches y en sus palacios que las sociedad civil les presta.



Aburren, los Camps, Barberá, Rus y demás gobernantes, sus soeces insultos, con su grandeza de falsa modestia cuando los ves cómo ahogan los más elementales principios de una convivencia democrática y escupen con sus Ferraris a los que aún sienten que el prójimo necesita de nuestro apoyo.

Pero lo que han hecho, un acto digno de Goebbels, con la exposición del MUVIM en Valencia no deja ninguna duda lo que pretenden con sus borracheras de poder: permanecer a toda costa sin pensar en el desierto que están dejando en estas tierras y la náusea que provocan en muchos ciudadanos.

Las fotos que han censurado lo dice todo.

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4 de marzo de 2010

Troncos de soledad


Hoy han venido los podadores a mi calle. Han dejado las moreras como figuras humanas sin brazos, el único quejido ha sido el de las motosierras.
Hoy he visto cómo se entienden los árboles y los humanos.
Hoy he releído a Miguel Hernández:

Troncos de soledad,
barrancos de tristeza
donde rompo a llorar. 

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