29 de septiembre de 2009

Dios, la bicicleta






Las tradiciones religiosas creadas durante la era axial (del 900 al 200 antes de la era común) en las cuatro regiones conocidas de entonces, China, India, Israel y Grecia, estaban enraizadas en el temor y el dolor.(Karen Armstrong)



En el Café de Ocata hablan de Dios. Tema poco habitual pero que es importante tratar para no caer de forma no-consciente en la nadería bobalicona tan fomentada por este mundo posmoderno (inmerso en el presentismo,en la  inmediatez, lo borreguil...)


Esa entidad sobrenatural puede abordarse desde muchos sillones, el sociológico, el filosófico, el antropológico, el matemático, el astrológico y más que ahora no recuerdo; pero uno ,ignorante de tan sabias cátedras, no puede hacerlo más que desde la intimidad que los sentidos y la razón me ofrecen porque otra cosa no tiene.

Y desde esa intimidad, es de donde parte lo más sagrado que yo pido: el respeto a mi libertad. La imagen que ilustra este apunte es la que mejor he encontrado en mis recuerdos sobre la figura de Dios.

Una bicicleta, con historia, aparentemente abandonada, apoyada en el muro de una Iglesia de Munich por alguien que no ha vuelto todavía. Una bicicleta respetada por todos los funcionarios de la limpieza de la ciudad, por los transeuntes, por los guardianes de la Iglesia cercana, limpia, aseada , algo estropeada pero, en todo caso, útil para quién sepa manejarla, hombre o mujer adultos sin miedos, sin miedo...

Estoy seguro que hoy o cualquier día,  la encuentre la oficinista que se olvidó recogerla por la rabia de su despido. O tal vez el profesor despistado que al salir de una conferencia quedó amnésico, o tal vez uno que duerme en la calle se la lleve agradecido, o quizás un peatón apresurado reconocerá la bici que le robaron hace tiempo y diga: - ¡Dios! la bici.

26 de septiembre de 2009

En busca del espacio perdido



Decía Georges Perec que vivir es pasar de un espacio a otro haciendo lo posible para no golpearse. Yo añadiría, para no golpearse y para no perderse en el espacio que nos rodea y que no siempre es objeto de elección por nuestra parte.

Cuando se viaja por Alemania, se ve el empeño de sus gobernantes para recuperar el espacio de sus ciudades y de su paisaje que ayude a convivir en una sociedad tan cuarteada. Se reconstruyeron palacios, teatros, iglesias pero en otros espacios no quisieron intervenir. Me contaba un amigo que en una población  se plantó, en tiempo de los nazis, un árbol en una plaza en la que previamente habían enterrado un cofre con los nombres de todos los afiliados al partido de Hitler. Ese arbol es ahora enorme, con una gran sombra, un arbol hermoso pero unos pocos supervivientes saben de la existencia de ese homenaje. En un mismo espacio conviven la naturaleza y la memoria.



Un  escritor que ayuda a recuperar el espacio, como ámbito en el que los protagonistas se desenvuelven, es Peter Handke. Con respecto a nuestro paisaje, el de España, en una entrevista publicada en EL PAIS de octubre de 2003 decía a la pregunta  ¿por qué esa fascinación por España?
Es un país con espacios enormes donde no hay nada, donde piensas, si alguien viniera por aquí pasaría algo, estaríamos abiertos el uno al otro. Tal vez es por esto. También es porque soy lector de Juan de la Cruz y Teresa de Áviila, que he leído palabra por palabra en castellano, y a Luis de León, el sucesor de Horacio.
El hombre de la fotografía es un filipino que, hace diez años, las lluvias cambiaron su espacio vital. Calle inundada pero su individualidad se mueve a cubierto de lo que cae, el agua no llega a su cabeza. Toda una imagen de cómo nos enfrentamos a aquello que no podemos controlar: hasta el cuello de inconveniencia pero la cabeza libre.

La literatura nos ayuda a recuperar el espacio que los acontecimiento de hoy borran de nuestra imaginación, espacios que pueden ayudarnos a ser felices.

21 de septiembre de 2009

La transformación y los escritores, Sergio Pitol



Un fenómeno que se reproduce mucho en los medios de comunicación, en los lanzamientos de artistas noveles, en el machacamiento mercantil de la publicidad es el de la NOVEDAD.
Lo nuevo, lo juvenil, lo reciente, la moda es lo mejor, pienso que de algo tienen que vivir publicistas, embaucadores y falsarios que en todas las épocas han tenido su papel entre los bastidores de los escenarios históricos.

Pero en literatura, sea cual sea el género, muchos se olvidan que todo está inventado y que un creador que no haya bebido en los clásicos puede acabar siendo una sombra más del mundo luminoso de los negocios. La principal salida de los escritores, de los artistas en general, es el de la transformación sin olvidar los orígenes: relacionar una idea con el lector o espectador.

Lo decía en su "Arte de la fuga" Sergio Pitol:

De no mantener un diálogo vivo con sus clásicos, el artista, el escritor, corre el riesgo de pasarse la vida descubriendo el Mediterráneo. nada conozco tan reductor como el culto a la moda. La tarea del escritor consiste en enriquecer la tradición, aunque la venera un día y al siguiente se lía con ella a bofetadas. De ambas maneras será consciente de su existencia. Por eso me han atraído y preocupado los problemas de la forma, los recursos y posibilidades de los géneros, su capacidad de transformación.
De esa capacidad de transformación es la que debería hablarse cuando un artista como Baselitz llena sus lienzos con manchas de color que buscan una idea. Encontrarla y admirarla o rechazarla ese es el disfrute de la obra si el espectador, lector, se olvida de buscar lo real desnudo.

La moda, en cualquier tipo de creación artística, simplifica la mirada e impide las preguntas. ¿Es un modo de facilitar la vida blanda? Pero ¿qué es la vida blanda?

17 de septiembre de 2009

Sombras del estío, me arranco las visiones



Ahora, con el cielo reventando, con la calle a borbotones, los horarios de clase sobre la mesa, el ruido de los cristales mojados. Ahora presiento que el verano se acabó y que la sombra quiere quedarse siempre.

Ahora que llueve como todos los otoños nacientes, ahora que vuelve la prisa y el tiempo inquieto ,leo este poema del chileno Gonzalo Rojas, ahora me ataca la melancolía que nunca vence.

Contra la muerte

Me arranco las visiones y me arranco los ojos cada día que pasa.
No quiero ver ¡no puedo! ver morir a los hombres cada día.
Prefiero ser de piedra, estar oscuro,
a soportar el asco de ablandarme por dentro y sonreír
a diestra y siniestra con tal de prosperar en mi negocio.

No tengo otro negocio que estar aquí diciendo la verdad
en mitad de la calle y hacia todos los vientos:
la verdad de estar vivo, únicamente vivo,
con los pies en la tierra y el esqueleto libre en este mundo.

¿Qué sacamos con eso de saltar hasta el sol con nuestras máquinas
a la velocidad del pensamiento, demonios: qué sacamos
con volar más allá del infinito
si seguimos muriendo sin esperanza alguna de vivir
fuera del tiempo oscuro?

Dios no me sirve. Nadie me sirve para nada.
Pero respiro, y como, y hasta duermo
pensando que me faltan unos diez o veinte años para irme
de bruces, como todos, a dormir en dos metros de cemento allá abajo.

No lloro, no me lloro. Todo ha de ser así como ha de ser,
pero no puedo ver cajones y cajones
pasar, pasar, pasar, pasar cada minuto
llenos de algo, rellenos de algo, no puedo ver
todavía caliente la sangre en los cajones.

Toco esta rosa, beso sus pétalos, adoro
la vida, no me canso de amar a las mujeres: me alimento
de abrir el mundo en ellas. Pero todo es inútil,
porque yo mismo soy una cabeza inútil
lista para cortar, pero no entender qué es eso
de esperar otro mundo de este mundo.

Me hablan del Dios o me hablan de la Historia. Me río
de ir a buscar tan lejos la explicación del hambre
que me devora, el hambre de vivir como el sol
en la gracia del aire, eternamente.

12 de septiembre de 2009

Sombras del estío, Marilyn

Leía todo lo que le daban, dicen, pero esta foto de Eve Arnold /1954) a uno le sobresalta la vista . Nos la habían presentado tan superficial, tan ingenua, tan carnalmente poco metafísica que por momentos uno piensa que es un montaje. Pero el deseo se impone y es posible que Marilyn se quedara extasiada en el monólogo de Molly Bloom cuando dice:

me gustan las flores quisiera tener la casa entera nadando en rosas Dios del cielo no hay nada como la naturaleza las montañas salvajes luego el mar y las olas precipitándose luego la hermosa campiña con campos de avena y trigo y todo género de cosas y todo el lindo ganado andando por allí que haría bien al corazón ver los ríos y los lagos y las flores y todo género de formas y olores y colores brotando hasta de las zanjas primaveras y violetas eso es la naturaleza para aquellos que dicen que no hay Dios


El verano se acaba despacio, muy lento.

8 de septiembre de 2009

Sombras del estío, Onetti


Hay relatos que empiezan con un párrafo que lo resume todo, la trama, el clima o más bien la atmósfera, los personajes se intuyen, la ternura y el asco también. Y esto es muy difícil, al menos eso es lo que siempre me ha parecido, si además de todo ello el inicio de una narración tiene que invitar con firmeza al lector para que siga leyendo.

Este verano, pacífico y caluroso, he vuelto a Onetti el incansable aunque sus últimos años tumbado en la cama no pudo cansar más que su vista de perro triste. Su relato La visita tiene un inicio de los que nunca te cansas de releer:

Mucho tiempo atrás, cuando todos teníamos veinte años o pocos meses más, cedí a la tentación de ser Dios, absurda, azarosa, y respetando mis límites. Era en Santa María, en un marzo húmedo y caluroso con apenas amagos, alharacas de tormenta, como si el tiempo hubiera aceptado la modalidad de los pobladores del otro lado, de Lavanda, río por medio.
Esta tentación, cuando es genuina, prefiere visitar a los muy pobres, a los desesperanzados, a los que no cayeron en la trampa de un destino ordenado.
Todo era tan fácil y erróneo como una operación aritmética de primer año: con lo que yo renuncie a usar puedo hacer la dicha de otro.

Pero, este relato que tanto me atrae ¿por qué lo traigo a este espacio? Quizás porque esa tentación, de ser Dios, de que habla el narrador de Onetti la hemos tenido muchos y nunca la reconocemos. Al final caímos en la trampa de un destino ordenado.

3 de septiembre de 2009

Sombras del estío, bicicleta abandonada


(Cerca de Ottostrasse, Munich.Agosto 2009)

En Berlin y en Munich me acordé de Graciela por sus bicicletas.

Pasear por Berlin, por cualquier gran ciudad de Alemania, es caminar entre bicicletas de todos los tipos, bicicletas locas, serias, elegantes, con niños, bicicletas nerviosas, de ejecutivos estresados, bicicletas impulsadas por muchachas de mirada clara y algunas con cara enfurecida por ver su carril invadido por la figura canosa de un paseante con plano en la mano y mirada perdida entre los tilos.

Pero esta bicicleta, olvidada en el seto de un pequeño jardín de Munich cerca de Ottostrasse es lo más poético con dos ruedas que he visto en mucho tiempo. Las ramitas del seto van acogiendo a la bicicleta abandonada sin saber si volverán a tomarla antes de que venga el invierno. La imagen puede ser el inicio o final de un relato., que por supuesto no podría situar en mi ciudad. Esta imagen es imposible en Valencia. ¿Que una bicicleta sin candado mantenga su integridad en la calle más de dos días?, imposible.

Al observar más de cerca la imagen, con el zoom, descubro detrás del seto el caminar de un anciano cabizbajo que una estatua togada contempla impasible. Aquella tarde del 25 de agosto en Munich mi cámara captó en un instante tres misterios: bicicleta, anciano y estatua que sólo la imaginación del que la observe puede desvelar.



2 de septiembre de 2009

Sombras del estío, Deutschland, Deutschland




En una semana he viajado de Berlín a Munich y entre cerveza y cerveza este país me ha dejado muy impresionado. Así de sencillo, porque no hay que tomarse muy en serio Alemania, su historia y sus paisanos, de lo contrario a uno le entraría un temblor con angustia prenatal que decía M. de Unamuno.

Todo tan bien reconstruido, tan aterradoramente lleno de orgullo y culpa por lo ocurrido hace setenta años que casi se llega a comprender que de esta aleación de sentimientos puedan seguir con tanta energía ("Wir haben die Kraft" dice Angela Merkel en la campaña electoral de estos días) a la búsqueda del trabajo acabado y bien hecho por encima de todo.

Paseando por Alexanderplazt, el ex-barrio obrero que recreó Alfred Döblin, a la sombra de su torre de comunicaciones, bajo el imperio de las bicicletas ("asesinas silenciosas" me dijeron que las llaman algunos mal pensados), te das de bruces con el monumento a Marx y Engels; parece que la gente que posa entre sus piernas lo hace como quien se acerca al monumento del Quijote ,que aunque no lo haya leído le resulta muy fotogénico para el recuerdo.

Mi recuerdo de Alexanderplazt es el de la multitud de bicicletas, de gente joven, del ir y venir de los tranvías, el olor a salchichas y el calor de estos días en una ciudad que se llena de futuro. Berlín es como el Angelus Novus de Paul Klee mirando al pasado que aunque parezca que le da la espalda al futuro el huracán del progeso empuja sus alas irremediablemente.