25 de octubre de 2009

Zapatos abandonados y una ausencia




Unos zapatos abandonados, cerca del rio Isar en Munich, junto a una cajetilla vacía de tabaco en una tarde de agosto, te deja pensativo. No sabes si ir de prisa al rio y asomarte por el puente. Mirar el cauce que se aleja despacio por si flota alguna mano o una gorra o la espalda mojada de un cuerpo sin rostro.
Esa imagen serena a la sombra del tilo puede ser el principio o el final de la historia de un hombre que abandona  cerca de un rio y de una calle transitada unos zapatos casi nuevos, limpios, brillantes.



En el pequeño jardin cercano, con su estanque y su escultura mítica que contempla el fluir de  las aguas, ves próximo a un banco una botella vacía erguida en silencio. El ruido de los coches y el silencio del hombre de la bicicleta hiela la mirada del padre Rhin en lo alto de su pedestal.
Todo ese instante que ahora recuerdo fue apenas un minuto, pero el hombre de los zapatos abandonados queda prendido en la memoria aunque nunca lo haya visto. Es esa ausencia lo que provoca, como un chispazo, a la imaginación y de repente los zapatos brillan en Isartor.Con su movimiento cansino hacia el puente mientras el hombre que los calza arruga en su mano una carta de despido.

1 comentario:

Rl tio chaleco dijo...

Estimado compañero:

Ante la actual situación e crisis, te encuentras unos zapato casi nuevos y te pones a filosofar.
Quizás su propietario los dejo intencionadamente para que si a alguien le servián los recogiera. La reacción lógica en guardarlos y si a ti no te vienea a alquien le valdrán.
Como se aprecia que tu no has pasado necesidades.

Si te encuentras unos nuevos del 42, avisame por favor, mejor de marca y que sean suaves que no lastimen mis juanetes.
Florián