26 de julio de 2009

Sombras del estío, extravagancia



  • Escribir es una extravagancia cuando no se escribe una carta, un folleto turístico, una hoja de instrucciones, una receta, una necrológica, un contrato, un informe, un panfleto político, una novela, una oración, una noticia, una querella, una poesía, un código, una ley, una factura, un testamento, un pagaré, un ensayo, un anónimo, un anuncio, un cuento, un discurso, una sermón...

  • Cuando los cazadores volvían de sus incursiones a la caverna donde les aguardaban su grupo y su prole, relataban sus correrías, sus hazañas o sus desgracias. Sin saberlo alumbraron la literatura, el relato de algo que alguien que no lo ha vivido desea conocer. En aquel tiempo el primer extravagante fue el que guardó silencio ante la mirada llena de curiosidad de sus atentos compañeros de caverna.

  • Hoy cuando veo en las librerías tanto libro en la mesa de novedades (en nuestro país 73.000 el año 2008), tanto libro-consumo editado al peso (“Libro, cualquiera que sea, ¡siempre demasiado largo!”, G. Flaubert, Bouvard y Pécuchet)), comprendo a algunos escritores extravagantes que han decido guardar silencio aunque los confundan con unos vagos.

18 de julio de 2009

Sombras del estío, la polis


En el siglo VIII antes de Cristo el logro más importante para la humanidad es la creación de la polis, la ciudad-estado, donde sus habitantes inician el autogobierno.

Ahora el logro más importante para los que vivimos en las ciudades gobernadas por la partitocracia más mediocre sería poder vivir sin angustiarse por las barbaridades que se dicen los unos a los otros.

12 de julio de 2009

Sombras del estío, Patrik Modiano



En la rendija del cemento, como un dedo vivo que señala, crece un hierbajo rebelde en esta ciudad de sol y cemento. Dejo unos días el mar y las escaleras de la casa del pueblo para reencontrarme con trajes corruptos, alcaldesa desquiciada, cemento caliente y el libro de Patrick Modiano terminado.

"Calle de las tiendas oscuras" me ha intrigado por el narrador que busca su pasado paseando por la ciudad más llena de historias de la vieja Europa. El ir y venir por las calles con un mapa delante mientras lees me ha sorprendido aún más, la ficción plasmada en las fachadas de las casas y las aceras con Google. Deshacer los nudos de la memoria en las casas, en las calles, en las personas que las habitan es un modo de reconstruir lo más manipulable de nuestras historias personales y el relato de esas historias es lo que logra de un modo magistral el escritor.

Al final el libro, como ese hierbajo de la foto que hice cerca de casa, termina con una llamada a incredulidad por la intensidad con la que vivimos y la insignificancia de nuestra vida: "¿Y acaso no se esfuman en el crepúsculo nuestra vidas con la misma rapidez que es disgusto infantil?"

Mañana vuelvo al pueblo por ver si el mar trae de una vez por todas recuerdos de otros tiempos.