7 de junio de 2009

Arte según Robert Musil


Buscar en el arte algo más que satisfacción de los sentidos ha sido desde el siglo pasado una constante entre los escritores filósofos, es decir entre los exploradores de lo humano.

En "El hombre sin atributos" Robert Musil busca el sentido de muchos aspectos de la vida y del mundo que nos rodea, especialmente en Europa, desde la trama de su relato. Lo leí con precaución hace años, por su densidad, y hoy al releer algunas páginas señaladas encuentro párrafos de una gran actualidad:
"Los problemas más caros, los de la nación, los de la paz, de la humanidad, de la virtud, y otros semejantes, cargan sobre sus espaldas la más barata flora del espíritu. Sería un mundo muy absurdo si todo fuera así, pero si se admite que el tratamiento de un asunto baladí puede resultar más importante cuanto lo sea el tema del mismo, entonces ése es el mundo del orden"
El papel que reserva Musil a los escritores es esencial precisamente para convertir un asunto baladí en algo interesante para la mayoría de sus lectores, en una época de máxima industrialización:”Así como el príncipe del espíritu pertenece al tiempo de los príncipes, el gran escritor pertenece al tiempo de los grandes espectáculos y al de los grandes almacenes”

Y este aspecto de la literatura, el arte, es lo que destaca Coetzee en su libro “Mecanismos internos” cuando se refiere al guía favorito de Musil que era Nietzsche: “En Nietsche encontró un enfoque a las cuestiones de moralidad que iba más allá de una simple polaridad del bien y del mal, el reconocimiento de que el arte puede, en sí mismo, ser una forma de exploración intelectual, y un modo de filosofar, más aforístico que sistemático, que se correspondía con su propio temperamento escéptico”

El relato, sea una obra de literatura, cine o plástica, en un mundo cada día más sujeto a los vaivenes del mercado, de las modas, no debe abandonar el papel de explorador intelectual que siempre ha tenido. El gran enemigo de la inteligencia es la banalización de todo lo que nos hace ser más sensibles a los problemas de la humanidad y el papel del arte, para mí, es esencial en desenmascarar a los falsificadores. Esa hazaña la tienen en sus manos los lectores o por decirlo de otro modo está en su capacidad para no dejarse contaminar y poder reflexionar, filosofar.


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