14 de mayo de 2009

Una sobrasada de escándalo


Gran escándalo porque una multitud de asistentes al partido de fútbol le pitan al himno nacional con la presencia del Rey. Como si todo el mundo tuviera que ser monárquico, incluso cuando se tiene el cuerpo bañado en la adrenalina prevista antes del partido. Cuando uno ve al Borbón presidir un partido de futbol tiene que acallar su euforia o expresarla, eso es la libertad de expresión. Gran escándalo cuando esas expresiones no coinciden con lo que esperan los músicos de turno.

Cerca de casa una empalizada artesanal se cae desgastada por la lluvia y el abandono, aspecto que no consiguen ni de cerca en las películas de cine, las tablas dejan ver un campo asilvestrado con un níspero, una higuera y un lauro que no añoran a su huertano porque siguen verdes y arqueando sus ramas de frutos. Nadie se escandaliza, los árboles y las hierbas también pitan pero nadie les hace caso.

En casa abro el artesanal paquete que me envía desde su Mallorca dorada el convaleciente y dolorido Manuel Ortíz. No podemos resistir y preparamos dos magníficas rebanadas de pan con la golosa sobrasada mallorquina. Pienso en Manuel y casi me emociona al recordar sus palabras por el trance que pasa estos días de dolor, pero inmisericorde el lujurioso embutido me engulle y disfruto sin escándalo mientras oigo por la ventana el sonoro alborozo de los forofos del Barça, las pitadas de los coches. Gracias Manuel, nunca pensé que por expresarme libremente en tu blog ahora pudiera disfrutar tu magnífica sobrasada mallorquina.

3 comentarios:

inespoe@gmail.com dijo...

y qué importa que piten?

Nunca ninguna conducta será totalmente buena.BUen post, como siempre, esta vez, casi gastronómico.

Saludos

Sirena Varada dijo...

Ante una sobrasada mallorquina no hay espacio para la nostalgia ni el sentimiento. Procura un deleite tan majestuoso que destruye cualquier conato de pensamiento o afecto. Y, además, como todos los grandes deleites, se goza en el silencio.
Que aproveche, Pedro.

Un abrazo.

Noemí Pastor dijo...

Lo de la pitada, como puedes suponer, ha sido muy comentado aquí en Bilbao. ¿Qué quieres que te diga? A mí me parece más elegante la indiferencia. Besos.