25 de marzo de 2009

OSTRAS FRESCAS



Después de ver la película de Stephen Daldry, estos primeros días de primavera y lejos del ruido petardero de las Fallas, he leído algunos relatos de Antón Chejóv. Como si quisiera encontrar en las páginas de sus cuentos la visión de una persona que quiso aunar, compartir, el reconocimiento de los que sufren con sus ganas de vivir o lo que es lo mismo de gozar sin hacer daño.


Los médicos son quizás los profesionales que más cerca trabajan de esa linea invisible que nos rodea a todos los seres humanos, línea por la que transitan todos los mitos, cosmovisiones, ideologías, que permite unirnos a nuestros semejantes, línea tenue que unos ven y que saben descifrarla para relatar su especial dimensión.


Describir esa frontera cotidiana e intrascendente es a lo que aspiran muchos escritores cuando nos relatan las vidas, los momentos o instantes de una biografía anodina pero cercana, con la que podríamos identificarnos aunque esté situada en otra época o en otros textos. Basta pensar que dentro de cada uno de nosotros se oculta un mundo secreto que nadie conoce, que sólo un escritor puede desvelar en parte porque es imposible verlo todo al mismo tiempo, esa parcialidad es lo que hace interesante el relato.


Cuando Gúrov, el protagonista de “La dama del perrito” reflexiona sobre su doble vida, algo natural en la sociedad burguesa del final de siglo XIX, lo ve lógico con el estatus de persona culta:

“ Y de igual modo que su vida juzgaba la de los demás; no creía en lo que veía, y siempre sospechaba que en cada persona la vida auténtica, la más interesante, transcurría bajo el manto del misterio, como bajo el manto de la noche. Toda existencia privada se mantenía en secreto y tal vez era en parte ésa la razón por la que toda persona culta ponía tanto empeño en que se respetara su secreto mundo privado”


Antón Chejóv es el escritor que consiguió describir esa tenue línea oculta e intrascendente, cotidiana, que explica muchas vidas de cualquier época. Su propia vida fue una entrega a muy diversas causas que algunos desdeñosamente consideraron actividades filantrópicas sin grandeza: rescate de perros, mejoría de los jardines, primera clínica dermatológica, impulso de un museo de artes plásticas, envío de libros al isla de Sajalín, escuelas para niños campesinos, pero sin buscar grandes explicaciones a sus actividades sociales, ni religiosas ni políticas, tal vez como dice un personaje de su cuento “El pabellón número 6”: “No hay nada bueno sobre la tierra que en su origen no contenga algo malo” Es esta doble lectura de una misma acción humana, volcada en un relato, lo que un escritor genial sabe imaginar sin esfuerzo y el lector atento como un paseante delicado descubre casi sin darse cuenta.


Antón Chejóv pensaba que el verdadero mal consiste en no desear nada, entregarse a la pasividad; para él la ética de la acción es parecida a la del campesino que en cada estación tiene un trabajo que hacer si no quiere morir de hambre. Algo que está muy presente en sus obras, el paso del tiempo en la naturaleza, los campos, los jardines como expresión de su fe en el trabajo y en la bondad.


Enfermo en muchas ocasiones, la tuberculosis le persiguió toda su vida, murió a los 44 años de edad,. Su cadáver fue trasladado a Rusia en ferrocarril; alguien confundió los bultos en el vagón de carga y colocó en su ataúd un letrero que decía “OSTRAS FRESCAS”. Todo un epitafio para un médico, escritor, que amaba la vida como acción y la bondad como técnica.

12 de marzo de 2009

Vergangenheitsbewältigung



Detrás de esa palabra de veinticinco letras se esconde la lucha de todo un pueblo masacrado en sus más intimas biografías por una época histórica: "la lucha por aceptar el pasado", como han definido en términos psicológicos la etapa de los años post-nazi de Alemania.

Hoy he visto la película THE READER, basada en el libro del escritor alemán Bernhard Schlink publicada en 1955 "Der Vorleser", magníficamente realizada al decir de los críticos pero que para mí es la película más completa al analizar los sentimientos, la historia, la cultura y la catarsis del pueblo que quiere asumir su pasado.

Las referencias literarias a Homero, Chejov, D.H. Laurence son como los marcadores de lectura que en romance amoroso va pautando el relato futuro de amor, violencia, y de la oscura personalidad de la protagonista, desgraciada y analfabeta.

El final, es para mí, el momento cumbre donde se cruzan todas las tramas de la historia, el personal de los protagonistas, el asumir el pasado, el drama y la paradoja de la víctima del Holocausto que no se presenta como tal y ante todo el futuro: no está en visitar los campos de concentración, está en la cultura.

Y la historia se reinicia de nuevo en un cementerio cuando el padre narra a la hija su aventura de aquel verano, verano por cierto con chapuzones y baños de los jóvenes que me ha recordado "El gato y el ratón" (1961) de Günter Grass. La aceptación del pasado en el presente y como el ángel de la historia de Paul Klee que le empuja al futuro.

Como es lógico he raptado al polvo del estante "La dama del perrito" y leo en voz alta:

Y en esta inmutabilidad, en la completa indiferencia hacia la vida y la muerte de cada uno de nosotros se esconde, quizá, el secreto de nuestra salvación eterna, del ininterrumpido movimiento de la vida en la tierra, del constante perfeccionamiento.

8 de marzo de 2009

Darwin y el sufrimiento



Aún resuena en la calle la motosierra de los podadores y ya nacen los primeros brotes de las moreras al calor ventolero de estos días.

Leo estos días la autobiografía, sin censuras, de Darwin sin dejar de releer antes de dormir la novela de Thomas Bernhard "Trastorno". Es casualidad pero los dos narradores inician sus relatos hablando de sus padres, médicos, con sus experiencias en el tratamiento de la enfermedad y el dolor de sus pacientes.
Sus vivencias con el dolor y la enfermedad de los demás hace de los médicos unos privilegiados para entrar en esa parte intangible que sólo podemos rozar en el trato diario, pero además mostrar en la mirada preguntona de los enfermos lo más difícil: la esperanza.

Thomas Bernhard, que como muchos escritores, se agarró al escritorio para arrebatar al dolor el privilegio de sus obsesiones, traza en esta novela un sendero de vivencias que muestran la vileza y grandeza del ser humano en medio de una naturaleza grandiosa.

Lo esencial de una persona, dijo mi padre, sólo se nos mostraba cuando teníamos que considerarla perdida, cuando esa persona se estaba despidiendo aún de nosotros. De pronto podía descubrirse su verdad en todo lo que, hasta entonces, había sido sólo una preparación para su muerte definitiva.
Darwin, en su autobiografía, por el contrario nos describe un padre , Robert Waring Darwin, que sabe escuchar, previne a la muerte con la esperanza de una mejoría y sobre todo cree en el ser humano sin creencias que afligen, limitan o trastornan. De él aprendió el poder de la observación y la reflexión para comprender mejor lo que tenemos ante nuestros ojos.
Nadie discute que hay mucho sufrimiento en el mundo. Algunos han tratado de explicarlo en relación al hombre imaginando que es útil para su perfeccionamiento moral. Pero el número de personas en el mundo no es nada comparado al total de seres sensibles y estos a menudo padecen mucho sin ningún perfeccionamiento moral.
Al final ese huir del sufrimiento de todos los seres "sintientes", con o si perfeccionamiento moral, Darwin lo entiende como un desarrollo mediante la variación y selección natural.
Es como si para unos la motosierra estuviera en manos de las creencias religiosas y en otros está en la naturaleza.

2 de marzo de 2009

Vivir de verdad



Harry Martinson, marino, pintor, novelista, poeta sueco es uno de esos personajes que han vivido en su escueta vida (1904-1978) los acontecimientos que luego han pasado a la historia tomando parte en ella con sus manos y sus obras. Participó en los movimientos de intelectuales de los años treinta a favor del socialismo sin fronteras, todo para ser insultado por los movimientos izquierdistas de los años setenta. Premio Nobel compartido en 1974.

Su fotografía es de 1960, la misma época en la que escribió este poema "Vagnen"

Vivir de verdad es atreverse a elegir las propias opiniones
más que permitir que le obliguen a uno a elegir su realidad.
Te aconsejo que vomites por la boca la realidad que odias.
Sueña de buena gana y de preferencia lo que no quiere la época.
Sepárate de lo típico de los tiempos hacia adelante y hacia atrás.
Los tiempos venideros están violados y cargados de todas
las cadenas imaginables
sobre todo de las de la utilidad y de las del insípido bienestar
con su acolchada seguridad, de tan poco valor para el espíritu,
y sus cochecitos de juguete para todos.
(Traducido por Francisco J. Uriz)

Ahora, tiempos llegados, seguimos cargados de cadenas útiles que no sabemos romper y que tal vez, dicen los futurologos, en esta época de crisis nos alivien un poco.