30 de enero de 2009

La ropa de marmol



Jean-Claude Carrière anda por el mundo recolectando cuentos y relatos por puro placer. Guionista predilecto de mi paisano Luís Buñuel, ha recogido en un libro de la Ed. Lumen una colección de ellos, agrupados por temas que ayudan a pensar, a filosofar. Ha rebuscado la sabiduría acumulada en los cuentos que se pasan de boca en boca, aunque añade otros que él extrae de las noticias diarias, escenas de películas o que se inventa.

En la famosa fotografía es el único que lleva barba y yo no sé si los que están sentados realmente fueron lo que fueron gracias a escritores como Carrière que coleccionaban historias y que además sabían mostrarlas en un medio tan diferente como es el cine.

Yo quiero con este pequeño cuento, extraído del mencionado libro -El círculo de los mentirosos- que tradujo Néstor Busquets (2000), iniciar una colección de relatos para poderlos releer pacíficamente las tardes de cualquier invierno aunque sea tan cruel como este.

Se titula "La ropa de mármol" y dice:

La siguiente historia marroquí ofrece una estructura clásica a menudo utilizada.

Un sultán ordenó a un pobre sastre de Fez que le fabricase un traje de mármol y le advirtió que, si no lo hacía, le cortaría la cabeza.

El pobre hombre, al ver que estaba perdido, se puso a llorar. Pero su hija, de espíritu agudo, vino en su ayuda. Cuando el sultán reclamó el traje de mármol, el pobre hombre hizo que le dijeran:

-La ropa está lista. Pero necesito hilos de arena para coserla. ¿Puedes enviármelos?



En estos tiempos de tempestades y de crisis, en el que pedimos tantas cosas imposibles bien podríamos encomendar el trabajo a un sastre con una hija tan aguda.

26 de enero de 2009

Derborence, el silencio roto de la montaña



Picado por la curiosidad del comentario anónimo de V-M he buscado por varias librerías el libro de Charle-Ferdinand Ramuz. Lo encontré en, para mi, la mejor de todas de Valencia: VALDESKA en la calle Mar; publicado por Ed. Nortesur y traducción de Marta Pino Moreno.

Ramuz es un escritor suizo que hoy pasaría como escritor de costumbres , pero es algo más porque sabe reflejar como pocos la soledad del ser humano en medio de la naturaleza que le rodea, paisaje de montañas y valles.

El mismo hizo un esbozo de su vida:

Nací en 1878, pero no lo digas.

Nací en Suiza, pero no lo digas.

Di que nací en el País de Vaud, antiguo país de Saboya, es decir de Languedoc, es decir francés de la ribera del Ródano, no lejos de su nacimiento.

Soy licenciado en letras clásicas, no lo digas.

Di que me apliqué para no ser licenciado en letras clásica, no lo soy a fondo, pero mejor de lo que un hijo de cosechero de vino hubiera querido reflejar.

Pero expresar, es acrecentar.

Mi verdadera necesidad, es acrecentar.

Fui a París muy joven: es en París donde me di a conocer a causa de París.

Viví durante doce años, cada año, varios meses en París; los viajes de París a mi casa y de mi casa a París fueron todos mis viajes.

(Otro que hice por culto hasta el mar, mi mar, descendiendo por el Ródano)

(Carta a Henry Polaille, mayo de 1924)


París le abrió los ojos y se los cerró a un tipo de vida, su cuna literaria, pero en 1914 volvió definitivamente a Suiza en donde vivió retirado del mundo de las luces tumultuosas. Este retiro pudo llevarle a escribir sobre los mitos de la naturaleza y el hombre, escribió varios ensayos.

Pero como decía Juan Rulfo, en la divertida entrevista que le hace José de la Colina, de sus obras la mejor es Derboranza (Derborance), que me ha evocado muchas vivencias montañeras y la terrible soledad que conlleva su encuentro. Relata, sobre la base de un hecho real ocurrido en un valle de alta montaña, cuando un corrimiento de tierras sepulta a un pastor y después de varios meses logra sobrevivir. El espanto de una tragedia se va transformando en una esperanza casi fantasmagórica antes de ser real.

Sorprende lo heterodoxo de su forma de exponer pensamientos, descripciones, diálogos y los añadidos de sus comentarios en esas descripciones del paisaje, en las que te parece tener al lado a este señor de aspecto serio y convencional, que nos evoca situaciones más que vivencias.

El silencio de la alta montaña, el silencio de los lugares despoblados de hombres, donde el hombre sólo aparece de forma ocasional; entonces, a poco silencio que guarde, por mucho que aguce el oído sólo oye que no oye nada. Era como si ya no existiera nada en ninguna parte, desde nosotros al otro confín del mundo, desde nosotros hasta el fondo del cielo. Nada, la nada, el vacío, la perfección del vacío; una anulación total del ser,...

Y cuando ese silencio se rompe se inicia la soledad del pasado.

21 de enero de 2009

Eugene Kang y su libreta


The New York Times Magazine publica las fotografías, por cierto muy flojas de N.Kander, de todo el equipo de Barak Obama, cuya investidura acabo de presenciar por televisión.

Empiezo a creer que algo se mueve en los Estados Unidos al ver la foto de su Ayudante Especial E. Kang, es una simple foto que se supone ha sido concienzudamente planificada y estudiada. Con 24 añitos ayudante especial de Obama, pero ¿relee en su libreta de notas Eugene Kang el discurso de su jefe y amigo?

Tengo o deseo tener la esperanza de que algo va a cambiar a mejor, aunque nunca olvido que los políticos siempre tienen a mano el comodín orteguiano para no hacer lo que dijeron que harían, las circunstancias.

18 de enero de 2009

THE OTHER SHOE



Con el subtitulo de “Nueva york es una ciudad de 8 millones de historias...”, esta película nos cuenta la historia de un joven director de teatro que lucha contra el tiempo y contra si mismo para conseguir la visa de residente con el estreno de su obra . Los personajes que se mueven en su mundo son otras tantas historias, como estampas animadas del barrio, personajes sin grandes complicaciones y de rasgos muy definidos pero sin morbo.

La expresión del título, al parecer muy empleada en el habla coloquial, hace referencia al desenlace esperado, después de que haya ocurrido un precedente. No se donde leí que esta expresión se refiere a una historia que ocurrió en una pensión. Una noche al acostarse un hombre tira con mucho ruido un zapato, al darse cuenta del estruendo deja el otro con sumo cuidado en silencio. El vecino de habitación que se ha despertado, grita furioso después de esperar despierto un buen rato: -- ¿Se puede saber cuándo vas a lanzar el otro zapato?

Esta historieta resume el esquema de un tipo de relato efectivo, se inicia con un primer zapatazo y se deja al lector/espectador atento a que aparezca el otro zapato, que esté atento durante el transcurso de todo el relato. La forma como lo consigue el autor es esencial para calibrar su calidad, su importancia aunque no sea trascendente y el otro zapato premie al héroe o castigue al malo, o sencillamente nos deje pensativos.

Guillermo Escalona lo consigue, a mi modo de ver, de una forma muy plástica, por su concisión, exactitud y fuerza expresiva que da realce a las ideas,sin nada de artificios, con un ritmo pausado, un ritmo al que no estamos muy acostumbrados, excelente fotografía, puro cine independiente que no busca la conclusión facilona y aparatosa. Película en la que se nota el trabajo entusiasta de mucha gente joven con unas miras muy bien definidas en cuanto a la temática y los medios utilizados. Sencillamente me ha gustado mucho.

17 de enero de 2009

Dragones modernos, ¿dónde está nuestro héroe?



Siempre me sentí inclinado a leer libros no “occidentales”, creo que por influencia de la época en que estuve bajo la sombra de Herman Hesse, por eso mi hija me ha regalado un librito de Henri Brunel “Los más bellos cuentos zen” (Ed. José J. De Olañeta, Editor) del que a ratos disfruto con su lectura y reflexión.

Ahora que parece que estamos hundidos en el fango movedizo de un nuevo ciclo histórico, debido a ese monstruo que algunos llaman terrorismo internacional más crisis económica, que marcará durante muchos años las decisiones políticas sobre la ciudadanía internacional, parece como si hiciera falta analizar desde otro punto de vista todo lo que nos pasa.


***

“Todos los países, todas las civilizaciones, cada una a su manera, narran la misma historia del héroe y el dragón. Es el combate mítico del Bien y el Mal, de la juventud y el valor derribando al monstruo abominable, del Justo aplastando a la Tarasca. El Zen recoge a su vez el mismo tema milenario. Pero lo trata de otro modo”.


Había una vez un hombre joven, pobre y bien formado, que era famoso por su valor. Por aquel entonces vivía en la montaña una especie de ogro, un monstruo que impedía el paso aterrorizando a los viajeros. Los campesinos, cuando anochecía, narraban sus terribles estragos. Nadie conocía su aspecto, pues nadie había regresado vivo de la montaña. Gobuki dijo que iría a enfrentarse con la bestia. Trataron de disuadirlo, la muchacha que lo amaba lloró y lo abrazó, pero nada hizo vacilar su determinación y su valor. Los campesinos más juiciosos le proporcionaron armas: un palo y una horca. El señor del lugar añadió a ello una lanza y una espada, y un soldado le dio una pesada pica. Así armado, Gobuki se fue solo a la montaña. Caminó durante tres días y, finalmente, a la mañana del cuarto, se presentó solo ante la caverna en la que vivía el monstruo. Éste salió enseguida, rugiendo y echando fuego por la boca. Verlo era horrible. Pero Gobuki, noblemente plantado, no retrocedió ni un paso.
Se quedaron así unos instantes, mirándose fijamente. El tiempo parecia haber quedado en suspenso, a la espera del drama. Finalmente, el monstruo exclamó:
“Por qué no sales huyendo como los otros?
¡No tengo miedo de vos! - dijo Gobuki.
¡Te voy a devorar! - rugió el monstruo.
Si queréis, mirad, pongo mis armas en el suelo, el palo, la horca, la lanza, la espada y la pesada pica de soldado; sé que no me tocaréis.
¡Pero bueno! ¿Cómo es que no te aterrorizo? -preguntó el monstruo, desconcertado.
Yo soy Atma, soy la Realidad universal, yo soy Eso. Si me devoráis, es que estáis loco, pues os devoraréis a vos mismo. Somos uno. Pero, por favor, si queréis hacerlo, estoy a vuestra disposición.”
El monstruo, anonadado, exclamó:
“No comprendo nada de lo que dices, pero contigo todo se me vuelve demasiado complicado. Los otros huyen aullando de miedo, yo los persigo, los mato y los devoro. Es todo muy simple. Pero ahora no sé que tengo que hacer. Y al fin y al cabo, prefiero abstenerme, creo que mi estómago no resistiría a un ser tan raro como tú. ¡Por favor, coge tus armas y vete!”
Y el monstruo, asqueado y triste, se retiró a su caverna.


***

Este pequeño relato puede ayudar a responder preguntas o al menos a reflexionar: ¿cómo sobrevivir a ese monstruo que nos ha precipitado a la actual situación?, ¿dónde está el héroe que lo puede vencer?

Me temo que aunque el monstruo se retire a la caverna, tarde o temprano saldrá otro con un nuevo disfraz y nosotros lo miraremos asustados...porque el miedo es necesario para que vivamos en sociedad, y siempre hay alguien que saque provecho de todo ello.

11 de enero de 2009

Onetti habla de fe


Estos días de frío y furia releo a Juan Carlos Onetti, cosas de la edad, y de uno de sus cuentos “Dejemos hablar al viento” (1979) destaco un párrafo que en estos días de frío y muerte inducen a reflexionar:

“Desde muchos años atrás yo había sabido que era necesario meter en la misma bolsa a los católicos, los freudianos, los marxistas y los patriotas. Quiero decir: a cualquiera que tuviese fe, no importa en qué cosa; a cualquiera que opine, sepa o actúe repitiendo pensamientos aprendidos o heredados. Un hombre con fe es más peligroso que una bestia con hambre. La fe los obliga a la acción, a la injusticia, al mal; es bueno escucharlos asintiendo, medir en silencio cauteloso y cortés la intensidad de sus lepras y darles siempre la razón. Y la fe puede ser puesta y atizada en lo más desdeñable y subjetivo. En la turnante mujer amada, en un perro, en un equipo de fútbol, en un número de la ruleta, en la vocación de toda una vida”

Con el libro entre las manos, por la ventana veo los árboles casi desnudos, una tórtola sobre el globo de una farola parece escuchar el susurro del vuelo del halcón que alguna tarde se posa en el tejado de la casa de enfrente. Recuerdo “Oda a un ruiseñor” de Keats que escribió con veintitrés años, tísico, pobre en abril de 1819 y que pensaba que era el mismo pájaro que oyó Ruth la moabita en los trigales extranjeros del bíblico Israel.

Sigo con Onetti:

“Y si alguna noche Pablo me preguntó con desafío y lástima qué le habría o hubiera ocurrido al mundo, a los hombres, si no tuviesen fe bastante para progresar, yo moví la cabeza y medí silencioso la distancia que separa a los maumau de los campos de concentración, del genocidio y de los animales ávidos que gobiernan el mundo”

El uruguayo es tal vez el mejor cuentista de lengua castellana del siglo pasado, por la pulcritud de sus palabras, los pensares y los pesares que nos brinda tan suavemente, casi sin hacer ruido, en los silencios blancos de sus párrafos.

7 de enero de 2009

Intolerancia, Israel y las Alpujarras 2009

De Alpujarras


Entramos en el nuevo año por tierras de las Alpujarras, andando por senderos entre robledales, castañares y carrascas, tapizados de hojas muertas, húmedas tierras con el fondo nevado del Mulhacén. Mientras el Estado de Israel destroza con el terror de sus bombas vidas y haciendas, caminaba por el barranco de Poqueira y uno creía oír los gritos de dolor de los habitantes de estas poblaciones que en el siglo XVI fueron perseguidos y expulsados por no ser cristianos. Tierras repobladas por gentes de Galicia que abandonaron los cultivos de regadío,destruyeron mezquitas, construyeron iglesias.

En pleno siglo XXI la intolerancia, el fracaso de las culturas monoteístas y el horror como única marca indeleble de los países llamados civilizados continúa su marcha sin descanso por la historia.
Capileira, Bubión y Pampaneira han conservado sus construcciones moriscas, tejados de tierra, callejones blanqueados al borde del barranco. Las montañas, su clima, sus bosques, sus aguas no cambiaron pero los nuevos habitantes comen carne de matanza.

En tierras de Palestina estamos viviendo, una vez más, el fracaso de seres humanos que no se reconocen, encerrados en su "verdad". No saben sobrevivir sin el horror de la violencia, la muerte, la destrucción. Por momentos uno cree que Israel necesita el fanatismo, la irracionalidad de los mitos bíblicos, el terror de los otros para seguir su marcha como pueblo "elegido", para enivilecer el lenguaje y todo esto a uno lo entristece.

Con las piernas doloridas por la caminata, cielo plomizo, lluvia intermitente, días más tarde al visitar y pasear con la multitud por la Alhambra no veo en sus muros matanzas de niños, quizás porque entonces eran guerreros y ahora son máquinas disfrazadas de seres humanos, desalmados.