31 de diciembre de 2009

MMX, la sensatez



Año 431 a.C, Eurípides recibe un primer premio por la representación teatral de su Hipólito.
Mil quinientos setenta y ocho años, puedo leer y temblar por el miedo de unas palabras aún vigentes, con un año más viejo contemplo cómo todo sigue pendiente de una palabra, hybris.
Oh hombres que poseéis muchos conocimientos en vano!, ¿por qué enseñáis innumerables ciencias y de todo halláis salida y todo lo descubrís y, en cambio, una sola cosa no sabéis y no la habéis cazado aún: enseñar la sensatez a los que no la poseen?

Mil quinientos setenta y ocho años y en eso estamos.

¿Quién, pues, nos dio la vuelta de tal modo
que hagamos lo que hagamos siempre tenemos la actitud
del que se marcha? Como quien
sobre la última colina que una vez más le muestra
todo el valle se gira y se detiene, se demora,
así vivimos nosotros, siempre en despedida. 
(Rainer Maria Rilke, Elegías de Duino, Traducción de Jenaro Talens)

29 de diciembre de 2009

El mundo, como si

Ahora que empieza otro año, al restregar la realidad tan brillante que nos envuelve, al buscar detrás de la panoplia de luces de los corruptos, uno halla en estos versos venidos de muy al norte como un reflejo de lo que no sabe expresar. Uffe Harder lo escribió en 1979 para buscar un sentido a las tinieblas, un significado que ayudara a comprender mejor todo lo que nos rodea.

¿No es
como si este año hubiese una inusual
abundancia de tinieblas?
Se amontonan como si
hubiese planchas de tinieblas
que se atornillan unas debajo de otras
como si incesantemente llegasen más tinieblas
como extraídas
de lejanos
centros productores de tinieblas.

Todas estas tinieblas tienen que significar algo
no debería haber tantas tinieblas
de no significar algo
por el suelo hay un rastro
de tinieblas, la tiniebla ya ha
llenado todos los rincones de la casa
preveo tormentas de tinieblas
huracanes de tinieblas
las tinieblas tratarán de desgarrar las tinieblas
las nuevas tinieblas para tener sitio en las viejas
surgirán torbellinos de tinieblas
que aplastarán las casas
y lanzarán aludes de piedras sobre nosotros
llegarán ríos torrenciales de tinieblas.

Entonces empezarán en serio.

Hasta ese momento: manténte en calma
camina como puedas
por tus pasarelas
por tus
tranquilos senderos.

(Traducción de Francisco J. Úriz)

28 de diciembre de 2009

El revés del fotograma realista



Escribió Juan Carlos Onetti un pequeño relato sobre un suicidio anunciado con final de fogonazo, como llamo a los que terminan deslumbrando al pequeño geniecillo que todos los lectores escondemos, relato con un título y  trama muy sencillo: Montaigne.

El título hace referencia a un libro de la biblioteca del protagonista pero que si uno conoce un poco entre las muchas páginas de la obra de Montaigne se percata, antes de iniciar la lectura del relato, cuál va a ser el final del mismo:"Cuanto más voluntaria la muerte, más bella. La vida depende de la voluntad de los otros; la muerte de la nuestra”. Y en la búsqueda de la solución quizás comprenda que la vida es algo más y que cuando falta ese algo más, entonces se transforma en un ensayo sobre el suicidio.


Dice Vila-Matas: "Como narrador, yo siempre preferiré la reflexión, la indagación, el revés del fotograma realista, una tarea de tinieblas, salir en busca de la emoción emboscada, ensayar una expedición a ese núcleo duro y, en definitiva, desplegar el arte de lo negativo" y una vez más comprendo la razón de mis lecturas, de muchas de mis lecturas a las que vuelvo una y otra vez. Cada vez encuentro un revés clarificador diferente.


La foto del pasado sábado 26 , cerca de la calle Alfonso en Zaragoza, con la plaza mojada, el frío y el tiovivo es una imagen de un tiempo pasado al abandonar la  niñez en aquella replaceta hace muchos años.

24 de diciembre de 2009

Recuerdo El lobo y las siete cabritillas



Con los dedos blanqueados de harina, mientras rebozaba las rosadas sardinas, pensaba anoche en un cuento infantil. Ahora comprendo que pudo ser el relato de Perrault, el cuento "infantil", que más me ha marcado,  "El lobo y las siete cabritillas". Lo oí en la radio que mis padres tenían en la cocina, en silencio, muy asustado cuando el lobo se comía a todas las cabritillas, después de engañarlas al enharinarse su patas, todas menos a la más pequeña. Pero el final feliz aún me sobrecogía más, abrir la tripa del lobo para que salgan los pobres animalitos era atroz y la muerte del astuto lobo repleto de piedras me dejaba un gozo pasajero.

Estos días leo, sin prisas, masticando cada parrafada, "God & Gun" de Rafael Sánchez Ferlosio. El escritor que dejó la narración, aunque nunca le faltó un tío Ceferino, y que se empeña en buscar explicaciones por los tortuosos valles del lenguaje más concreto. Al hablar del sentido de la historia, de la Historia Universal según Hegel, cuando la totalidad del tiempo es una historia escatológica cita a este: "Dios rige el mundo, y el contenido de su gobierno y el cumplimiento de su plan constituyen la Historia Universal. La filosofía no aspira a otra cosa más que a comprenderlo, pues solo lo que este plan se lleva a efecto  tiene realidad, no siendo más que corrupta existencia cuanto no sea conforme a ello."La Historia como historia de la dominación.

Después de cenar las sabrosas sardinas mediterráneas y releer la cita de Hegel, mientras en la tele oigo el bombardeo publicitario, pienso que la astucia del lobo y el poderío del cazador que lo mata están sujetos al relato que alguien planeó, un  tío Ceferino cualquiera, y cuando este muera también dejaremos de contar historias y buscaremos en el bosque del lenguaje las verdades ocultas de nuestra historia personal; tal vez imaginemos que lo vivido hasta este momento no es más que el instante en que estamos en la tripa del lobo esperando, sin saberlo,  a que alguien nos saque de allí, de aquí con  música navideña y consignas de corte estalinista para consumir y gastar más por el bien de la patria. La historia de la dominación que no acaba.

16 de diciembre de 2009

Tanizaki en el recuerdo

Estos días visito más librerías, es el único rito que practico por estas fechas, para ver si consigo encontrar algunos libros que tengo en mente regalar sin dejar de oír el run-run ceercano de los libros electrónicos.

El ver las portadas, el pasar las páginas sin buscar imagen alguna, leer las solapas, notar el peso y el tacto del papel, dejar uno y coger otro en silencio. Esta ceremonia ¿también acabará en el desván de los "buscadores"?

Los placeres del tacto que Tanizaki habla en su libro "El elogio de la sombra" ya son una anotación más de un mundo que desaparece y que unos pocos son capaces de sentir.
Dicen que el papel es un invento de los chinos; sin embargo, lo único que nos inspira el papel de Occidente es la impresión de estar ante un material estrictamente utilitario, mientras que sólo hay que ver la textura de un papel de China o del Japón para sentir el calorcillo que nos reconforta el corazón.
El pragmatismo, el utilitarismo de nuestra cultura ¿tiene esos inconvenientes? o ¿es, tal vez, un tema de sensibilidad y curiosidad por los placeres de lo cotidiano?

10 de diciembre de 2009

Un sueño





  1. Hoy los humanos de países avanzados, desarrollados o más enriquecidos, nacen en clínicas y mueren en hospitales. ¿Deben vivir también como en un centro hospitalario?
  2. Cada época sueña la siguiente, además se encamina soñando hacia el despertar. (W. Benjamin)
  3. Anoche soñé que me encontraba en el ascensor de casa con Epicteto. Me miró, con sonrisa sin dientes, y comentó como quien hace una pregunta - Y tú qué has elegido, la salud o los deseos.


  4. No lo sé, pero en mi libreta negra tengo anotada una frase de Charles F. Kettering que enuncia el triunfo de un mundo feliz al que no puedes enfrentarte:
    La clave para la prosperidad económica consiste en la creación organizada de un sentimiento de insatisfacción.


30 de noviembre de 2009

Perec, el perro y el árbol



En mi última visita a la librería Valdeska de Valencia compré un libro lleno de pereza, de huida, de rotura, "Un hombre que duerme" (Ed. Impedimenta) del siempre cercano Georges Perec. Para mí es una de esas montañas, no muy altas, que animan con su vegetación amable a patearlas sin esfuerzo, sin cansancio, a mirarla de cerca con los ojos que nunca nos abandonan: los que ilustran nuestra cotidianeidad.

Me gustan los perros, de niño tuvimos uno en casa, y cuando veo algún perro abandonado tengo que resistir mi empeño para traerlo a casa. No me atrevo a cometer el sadismo de encerrar un perro en un piso con ascensor y pasearlo por necesidad.

Hoy al leer este párrafo del librito de Perec he comprendido mejor que prefiero ser un árbol a tener un perro.


Por eso el árbol te fascina o te sorprende, o te calma, debido a esta evidencia insospechada, insospechable, de la corteza y las ramas, las hojas. Por eso, quizá, no paseas nunca con un perro, porque el perro te mira, te suplica, te habla. Sus ojos húmedos de reconocimiento, sus aires de perro apaleado, sus brincos de perro alegre te obligan sin cesar a conferirle el estatus innoble de animal doméstico. No puedes permanecer neutro frente a un perro, no más que frente aun hombre. Pero no dialogarás nunca con un árbol. No puedes vivir con un perro porque el perro a cada rato te pedirá que lo hagas vivir, que lo alimentes, que lo elogies, que seas hombre para él, que seas su amo, que seas el dios que truene ese nombre de perro que le hará someterse de inmediato. Pero el árbol no te pide nada. Puedes ser el Dios de los perros, el Dios de los gatos, el Dios de los pobres, te basta con una correa, con algunas sobras, algo de riqueza, pero nunca serás dueño de un árbol. Lo único que podrás será querer su tú mismo árbol.

26 de noviembre de 2009

R. Sanchez Ferlosio, bombilla temblorosa


Le dan el Premio Nacional y dice que su último libro son puñeterías de lingüista. Un escritor  que abandonó la narrativa para seguir escribiendo de lo que más le interesa, sin pensar en   sus posibles lectores. Puñeterías de lingüista y luego desaparecer entre las sombras del paisaje soriano.

Hace quince años leí su "Vendrán más años malos y nos harán más ciegos", luego han venido otros pero de aquel releo párrafos resaltados como este:

(Anti-Goethe.) A nadie podría sentir yo más ajeno y más contrario que al que dijo:"Gris, mi querido amigo, es toda teoría;/ verde, en verdad, el árbol dorado de la vida" Siempre me ha parecido a mí, por el contrario, ser la vida lo gris, y aun lo lóbrego, lo siniestro, polvorienta y reseca momia de sí misma. Verde, tan solo he visto, justamente, el árbol ideal de la teoría; dorada, sólo la imaginaria flor de la utopía, que brilla entre sus ramas, como una bombilla temblorosa e impávida, desafiando la ominosa noche, en la ciudad bajo los bombarderos.
 Y en esto estamos, en seguir alumbrando las doradas flores de la utopía como bombillas temblorosas, con un lenguaje preciso y el ritmo de las ideas saltando por entre las palabras como un jovencito con patinete aunque tenga más de ochenta años.

No tengo balanza para pesar estas lumbreras, pero en mi humilde opinión es el mejor escritor vivo de lengua española.

16 de noviembre de 2009

Palpitaciones


Hago memoria y no recuerdo momentos con palpitaciones, quiero recordar vivencias en que el corazón me haya dado un vuelco y no puedo, ni siquiera en sueños.
Es posible que mi ritmo de vida no se enfrente a situaciones que puedan provocar esas tensiones, porque ya no siento rencores o pasiones desde que  ya no trabajo y eso en mi lento caminar me crea un estado de quietud peligroso, por así decirlo, ahora sin sobresaltos pero con la suerte, la fortuna, al acecho sobre mi cabeza como una maceta de jeranios en un día de vendadal. Lo cierto es que parece como si fuera mejor vivir con suerte que ser un hombre bueno (W. Allen) sin palpitaciones y a eso se llega despacio pero con la mirada curiosa de miedos y con las manos agarradas a un libro y los ojos a los ojos de los otros.
Palpitaciones cuando pienso y siento más rápido que mi propio ritmo... como si fuera ese ritmo el de las mareas, el de las nubes en el cielo, el del lento crepúsculo, el de las olas que se acercan, el del viento que arrastra un reflejo de agua sobre la arena, y como si yo pudiera alcanzar ese ritmo cuano me introduzco en esos fenómenos al respirarme, al mirar mis zapatos, al respirar cada vez menos.
(Peter Handke)


10 de noviembre de 2009

Dátiles en la ciudad



En mi paseo hacia el antiguo cauce del río Turia, en esta mañana de noviembre azul y casi fría las nubes han desaparecido. El viento también.

Latoneros o lidoneros, granados, olivos, naranjos y palmeras datileras, árboles dispuestos a que el viento siembre sus frutos en el asfalto cerca de la avenida de Aragón. Cerca de la música tranquila.

Quizás todo esto me transforma poco a poco, sin darme cuenta, en una era más tranquila, con un despertar más tranquilo, con un sueño sereno, con una muerta tranquila. Es otoño, el de las frutas rojas.

Necesidad de filosofía: "Ciertamente, la vida del hombre bueno no será más agradable si sus actividades no lo son"(Aristóteles, Ética Nicomáquea) y este paseo sin viento, ayuda como los dátiles ambarinos a endulzar el agrio ambiente de esta ciudad-asfalto.

3 de noviembre de 2009

Sobrasada con miel



Mi padre cuando la guerra era sargento de la República. Sobre la guerra no hablaba mucho, guardó mucho silencio quizás por no rememorar dolor y amargos momentos de una derrota sangrienta. Recuerdo un día que nos contaba a mi hermano a mi que en el frente de Teruel, estuvieron mucho tiempo atrincherados, un soldado le pidió que escribiera a su novia. Le dictaba frases típicas, recatadas y con parabienes, pero mi padre las adornaba con figuras más emotivas y cálidas.

Aquel soldado siempre le estuvo muy agradecido y cuando años más tarde se volvieron a encontrar renació una gran amistad que se engrandeció con sus hijas y nosotros. Ahora que mi padre ya murió, cuando se habla tanto de los muertos de las cunetas, de las injusticias con los vencidos/vencedores, porque los valores de la democracia que disfrutamos eran los que se iniciaron con los vencidos, ahora le agradecería su presencia y sus palabras. Ese soldadito analfabeto, que tanto quería a mi padre, él y su família son de tu pueblo.

Por eso me alegra que la casualidad de este viaje a Tárbena nos haya reunido , junto a este plato de sobrasada con miel, a uno de Samper de Calanda con la hija de un Republicano que lo único que le contó de aquella guerra fue su faceta de escribano y poeta en los frios atardeceres de la sierra de Teruel. Igual que la sobrasada vino de Mallorca y la miel de las montañas cercanas así puede ser este encuentro que llega de tan lejos en el tiempo aunque estén ausentes y silenciosos sus protagonistas.

25 de octubre de 2009

Zapatos abandonados y una ausencia




Unos zapatos abandonados, cerca del rio Isar en Munich, junto a una cajetilla vacía de tabaco en una tarde de agosto, te deja pensativo. No sabes si ir de prisa al rio y asomarte por el puente. Mirar el cauce que se aleja despacio por si flota alguna mano o una gorra o la espalda mojada de un cuerpo sin rostro.
Esa imagen serena a la sombra del tilo puede ser el principio o el final de la historia de un hombre que abandona  cerca de un rio y de una calle transitada unos zapatos casi nuevos, limpios, brillantes.



En el pequeño jardin cercano, con su estanque y su escultura mítica que contempla el fluir de  las aguas, ves próximo a un banco una botella vacía erguida en silencio. El ruido de los coches y el silencio del hombre de la bicicleta hiela la mirada del padre Rhin en lo alto de su pedestal.
Todo ese instante que ahora recuerdo fue apenas un minuto, pero el hombre de los zapatos abandonados queda prendido en la memoria aunque nunca lo haya visto. Es esa ausencia lo que provoca, como un chispazo, a la imaginación y de repente los zapatos brillan en Isartor.Con su movimiento cansino hacia el puente mientras el hombre que los calza arruga en su mano una carta de despido.

14 de octubre de 2009

Dos ventanas en la Cartuja de Valldemossa



Visitar la Cartuja de Valldemossa es pasear por el contraste que ofrece un lugar de reclusión y cultura en el seno de la naturaleza más amable. Los recuerdos de ilustres visitantes no es suficiente para despejar de la memoria de aquellos muros la sabiduría que se paseó entre las celdas, ahora invadidas por los curiosos turistas de tantos paises.



Mirar por la ventana de las celdas para descansar los ojos lectores de tantos libros debió ser un ejercicio habitual en aquellos monjes que un urbanita no podrá disfrutar si no abandona la seguridad del asfalto y su quehacer rutinario. Cuando te acercas a las estanterías, que cómo cárceles frágiles encierran tantos libros viejos y empolvados no puedes evitar repasar sus lomos para encontrar títulos como el COMPENDIO DE BLAIR.

Al llegar a casa busco el libro en Internet ,leo algunas páginas gracias a la Biblioteca Cervantes. Hugo Blair, amigo de Hume, Carlyle y Adam Smith dice en su "Lecciones sobre la Retórica y las Bellas Artes" traducido por José Luis Munarriz en 1815:

La belleza es sin duda, despues de la sublimidad,ya que causa mayor placer á la fantasía. La conmocion que excita. se distingue mucho de la que produce la sublimidad: pues es de una clase más calmada, mas delicada, y lisongera; no tanto eleva el ánimo,como le infunde una serenidad agradable. El sentimiento de la sublimidad es demasiado violento para que dure mucho: pero no siéndolo el de la belleza. puede durar mas largo tiempo. En el lenguagé no hay palabra de mas vaga significación que belleza: pues se aplica. a casi todos los objetos exteriores, que agradan á la vista ó al oído; y por esto entre tanta variedad de objetos seria obra árdua encontrar una calidad, que en todos sea el fundamento de aquella agradable sensacion que excita. Algunos han imaginado. que esta calidad es la unidad mezclada con la variedad pero es facil de ver, que este principio no es aplicable al color. al movimiento. y á otros objetos ;y aún ciñéndonos á los objetos exteriores figurados encontaremos muchos sumamente bellos sin variedad alguna, y otros que la tienen harto intrincada...

Y de esa de idea de belleza sublime encerrada en aquellos muros, dentro de aquel paisaje, queda algo más que la imagen de un recuerdo, tal vez una agradable sensación difícil de explicar porque el lenguaje no puede transmitir todo.

6 de octubre de 2009

29 de septiembre de 2009

Dios, la bicicleta






Las tradiciones religiosas creadas durante la era axial (del 900 al 200 antes de la era común) en las cuatro regiones conocidas de entonces, China, India, Israel y Grecia, estaban enraizadas en el temor y el dolor.(Karen Armstrong)



En el Café de Ocata hablan de Dios. Tema poco habitual pero que es importante tratar para no caer de forma no-consciente en la nadería bobalicona tan fomentada por este mundo posmoderno (inmerso en el presentismo,en la  inmediatez, lo borreguil...)


Esa entidad sobrenatural puede abordarse desde muchos sillones, el sociológico, el filosófico, el antropológico, el matemático, el astrológico y más que ahora no recuerdo; pero uno ,ignorante de tan sabias cátedras, no puede hacerlo más que desde la intimidad que los sentidos y la razón me ofrecen porque otra cosa no tiene.

Y desde esa intimidad, es de donde parte lo más sagrado que yo pido: el respeto a mi libertad. La imagen que ilustra este apunte es la que mejor he encontrado en mis recuerdos sobre la figura de Dios.

Una bicicleta, con historia, aparentemente abandonada, apoyada en el muro de una Iglesia de Munich por alguien que no ha vuelto todavía. Una bicicleta respetada por todos los funcionarios de la limpieza de la ciudad, por los transeuntes, por los guardianes de la Iglesia cercana, limpia, aseada , algo estropeada pero, en todo caso, útil para quién sepa manejarla, hombre o mujer adultos sin miedos, sin miedo...

Estoy seguro que hoy o cualquier día,  la encuentre la oficinista que se olvidó recogerla por la rabia de su despido. O tal vez el profesor despistado que al salir de una conferencia quedó amnésico, o tal vez uno que duerme en la calle se la lleve agradecido, o quizás un peatón apresurado reconocerá la bici que le robaron hace tiempo y diga: - ¡Dios! la bici.

26 de septiembre de 2009

En busca del espacio perdido



Decía Georges Perec que vivir es pasar de un espacio a otro haciendo lo posible para no golpearse. Yo añadiría, para no golpearse y para no perderse en el espacio que nos rodea y que no siempre es objeto de elección por nuestra parte.

Cuando se viaja por Alemania, se ve el empeño de sus gobernantes para recuperar el espacio de sus ciudades y de su paisaje que ayude a convivir en una sociedad tan cuarteada. Se reconstruyeron palacios, teatros, iglesias pero en otros espacios no quisieron intervenir. Me contaba un amigo que en una población  se plantó, en tiempo de los nazis, un árbol en una plaza en la que previamente habían enterrado un cofre con los nombres de todos los afiliados al partido de Hitler. Ese arbol es ahora enorme, con una gran sombra, un arbol hermoso pero unos pocos supervivientes saben de la existencia de ese homenaje. En un mismo espacio conviven la naturaleza y la memoria.



Un  escritor que ayuda a recuperar el espacio, como ámbito en el que los protagonistas se desenvuelven, es Peter Handke. Con respecto a nuestro paisaje, el de España, en una entrevista publicada en EL PAIS de octubre de 2003 decía a la pregunta  ¿por qué esa fascinación por España?
Es un país con espacios enormes donde no hay nada, donde piensas, si alguien viniera por aquí pasaría algo, estaríamos abiertos el uno al otro. Tal vez es por esto. También es porque soy lector de Juan de la Cruz y Teresa de Áviila, que he leído palabra por palabra en castellano, y a Luis de León, el sucesor de Horacio.
El hombre de la fotografía es un filipino que, hace diez años, las lluvias cambiaron su espacio vital. Calle inundada pero su individualidad se mueve a cubierto de lo que cae, el agua no llega a su cabeza. Toda una imagen de cómo nos enfrentamos a aquello que no podemos controlar: hasta el cuello de inconveniencia pero la cabeza libre.

La literatura nos ayuda a recuperar el espacio que los acontecimiento de hoy borran de nuestra imaginación, espacios que pueden ayudarnos a ser felices.

21 de septiembre de 2009

La transformación y los escritores, Sergio Pitol



Un fenómeno que se reproduce mucho en los medios de comunicación, en los lanzamientos de artistas noveles, en el machacamiento mercantil de la publicidad es el de la NOVEDAD.
Lo nuevo, lo juvenil, lo reciente, la moda es lo mejor, pienso que de algo tienen que vivir publicistas, embaucadores y falsarios que en todas las épocas han tenido su papel entre los bastidores de los escenarios históricos.

Pero en literatura, sea cual sea el género, muchos se olvidan que todo está inventado y que un creador que no haya bebido en los clásicos puede acabar siendo una sombra más del mundo luminoso de los negocios. La principal salida de los escritores, de los artistas en general, es el de la transformación sin olvidar los orígenes: relacionar una idea con el lector o espectador.

Lo decía en su "Arte de la fuga" Sergio Pitol:

De no mantener un diálogo vivo con sus clásicos, el artista, el escritor, corre el riesgo de pasarse la vida descubriendo el Mediterráneo. nada conozco tan reductor como el culto a la moda. La tarea del escritor consiste en enriquecer la tradición, aunque la venera un día y al siguiente se lía con ella a bofetadas. De ambas maneras será consciente de su existencia. Por eso me han atraído y preocupado los problemas de la forma, los recursos y posibilidades de los géneros, su capacidad de transformación.
De esa capacidad de transformación es la que debería hablarse cuando un artista como Baselitz llena sus lienzos con manchas de color que buscan una idea. Encontrarla y admirarla o rechazarla ese es el disfrute de la obra si el espectador, lector, se olvida de buscar lo real desnudo.

La moda, en cualquier tipo de creación artística, simplifica la mirada e impide las preguntas. ¿Es un modo de facilitar la vida blanda? Pero ¿qué es la vida blanda?

17 de septiembre de 2009

Sombras del estío, me arranco las visiones



Ahora, con el cielo reventando, con la calle a borbotones, los horarios de clase sobre la mesa, el ruido de los cristales mojados. Ahora presiento que el verano se acabó y que la sombra quiere quedarse siempre.

Ahora que llueve como todos los otoños nacientes, ahora que vuelve la prisa y el tiempo inquieto ,leo este poema del chileno Gonzalo Rojas, ahora me ataca la melancolía que nunca vence.

Contra la muerte

Me arranco las visiones y me arranco los ojos cada día que pasa.
No quiero ver ¡no puedo! ver morir a los hombres cada día.
Prefiero ser de piedra, estar oscuro,
a soportar el asco de ablandarme por dentro y sonreír
a diestra y siniestra con tal de prosperar en mi negocio.

No tengo otro negocio que estar aquí diciendo la verdad
en mitad de la calle y hacia todos los vientos:
la verdad de estar vivo, únicamente vivo,
con los pies en la tierra y el esqueleto libre en este mundo.

¿Qué sacamos con eso de saltar hasta el sol con nuestras máquinas
a la velocidad del pensamiento, demonios: qué sacamos
con volar más allá del infinito
si seguimos muriendo sin esperanza alguna de vivir
fuera del tiempo oscuro?

Dios no me sirve. Nadie me sirve para nada.
Pero respiro, y como, y hasta duermo
pensando que me faltan unos diez o veinte años para irme
de bruces, como todos, a dormir en dos metros de cemento allá abajo.

No lloro, no me lloro. Todo ha de ser así como ha de ser,
pero no puedo ver cajones y cajones
pasar, pasar, pasar, pasar cada minuto
llenos de algo, rellenos de algo, no puedo ver
todavía caliente la sangre en los cajones.

Toco esta rosa, beso sus pétalos, adoro
la vida, no me canso de amar a las mujeres: me alimento
de abrir el mundo en ellas. Pero todo es inútil,
porque yo mismo soy una cabeza inútil
lista para cortar, pero no entender qué es eso
de esperar otro mundo de este mundo.

Me hablan del Dios o me hablan de la Historia. Me río
de ir a buscar tan lejos la explicación del hambre
que me devora, el hambre de vivir como el sol
en la gracia del aire, eternamente.

12 de septiembre de 2009

Sombras del estío, Marilyn

Leía todo lo que le daban, dicen, pero esta foto de Eve Arnold /1954) a uno le sobresalta la vista . Nos la habían presentado tan superficial, tan ingenua, tan carnalmente poco metafísica que por momentos uno piensa que es un montaje. Pero el deseo se impone y es posible que Marilyn se quedara extasiada en el monólogo de Molly Bloom cuando dice:

me gustan las flores quisiera tener la casa entera nadando en rosas Dios del cielo no hay nada como la naturaleza las montañas salvajes luego el mar y las olas precipitándose luego la hermosa campiña con campos de avena y trigo y todo género de cosas y todo el lindo ganado andando por allí que haría bien al corazón ver los ríos y los lagos y las flores y todo género de formas y olores y colores brotando hasta de las zanjas primaveras y violetas eso es la naturaleza para aquellos que dicen que no hay Dios


El verano se acaba despacio, muy lento.

8 de septiembre de 2009

Sombras del estío, Onetti


Hay relatos que empiezan con un párrafo que lo resume todo, la trama, el clima o más bien la atmósfera, los personajes se intuyen, la ternura y el asco también. Y esto es muy difícil, al menos eso es lo que siempre me ha parecido, si además de todo ello el inicio de una narración tiene que invitar con firmeza al lector para que siga leyendo.

Este verano, pacífico y caluroso, he vuelto a Onetti el incansable aunque sus últimos años tumbado en la cama no pudo cansar más que su vista de perro triste. Su relato La visita tiene un inicio de los que nunca te cansas de releer:

Mucho tiempo atrás, cuando todos teníamos veinte años o pocos meses más, cedí a la tentación de ser Dios, absurda, azarosa, y respetando mis límites. Era en Santa María, en un marzo húmedo y caluroso con apenas amagos, alharacas de tormenta, como si el tiempo hubiera aceptado la modalidad de los pobladores del otro lado, de Lavanda, río por medio.
Esta tentación, cuando es genuina, prefiere visitar a los muy pobres, a los desesperanzados, a los que no cayeron en la trampa de un destino ordenado.
Todo era tan fácil y erróneo como una operación aritmética de primer año: con lo que yo renuncie a usar puedo hacer la dicha de otro.

Pero, este relato que tanto me atrae ¿por qué lo traigo a este espacio? Quizás porque esa tentación, de ser Dios, de que habla el narrador de Onetti la hemos tenido muchos y nunca la reconocemos. Al final caímos en la trampa de un destino ordenado.

3 de septiembre de 2009

Sombras del estío, bicicleta abandonada


(Cerca de Ottostrasse, Munich.Agosto 2009)

En Berlin y en Munich me acordé de Graciela por sus bicicletas.

Pasear por Berlin, por cualquier gran ciudad de Alemania, es caminar entre bicicletas de todos los tipos, bicicletas locas, serias, elegantes, con niños, bicicletas nerviosas, de ejecutivos estresados, bicicletas impulsadas por muchachas de mirada clara y algunas con cara enfurecida por ver su carril invadido por la figura canosa de un paseante con plano en la mano y mirada perdida entre los tilos.

Pero esta bicicleta, olvidada en el seto de un pequeño jardín de Munich cerca de Ottostrasse es lo más poético con dos ruedas que he visto en mucho tiempo. Las ramitas del seto van acogiendo a la bicicleta abandonada sin saber si volverán a tomarla antes de que venga el invierno. La imagen puede ser el inicio o final de un relato., que por supuesto no podría situar en mi ciudad. Esta imagen es imposible en Valencia. ¿Que una bicicleta sin candado mantenga su integridad en la calle más de dos días?, imposible.

Al observar más de cerca la imagen, con el zoom, descubro detrás del seto el caminar de un anciano cabizbajo que una estatua togada contempla impasible. Aquella tarde del 25 de agosto en Munich mi cámara captó en un instante tres misterios: bicicleta, anciano y estatua que sólo la imaginación del que la observe puede desvelar.



2 de septiembre de 2009

Sombras del estío, Deutschland, Deutschland




En una semana he viajado de Berlín a Munich y entre cerveza y cerveza este país me ha dejado muy impresionado. Así de sencillo, porque no hay que tomarse muy en serio Alemania, su historia y sus paisanos, de lo contrario a uno le entraría un temblor con angustia prenatal que decía M. de Unamuno.

Todo tan bien reconstruido, tan aterradoramente lleno de orgullo y culpa por lo ocurrido hace setenta años que casi se llega a comprender que de esta aleación de sentimientos puedan seguir con tanta energía ("Wir haben die Kraft" dice Angela Merkel en la campaña electoral de estos días) a la búsqueda del trabajo acabado y bien hecho por encima de todo.

Paseando por Alexanderplazt, el ex-barrio obrero que recreó Alfred Döblin, a la sombra de su torre de comunicaciones, bajo el imperio de las bicicletas ("asesinas silenciosas" me dijeron que las llaman algunos mal pensados), te das de bruces con el monumento a Marx y Engels; parece que la gente que posa entre sus piernas lo hace como quien se acerca al monumento del Quijote ,que aunque no lo haya leído le resulta muy fotogénico para el recuerdo.

Mi recuerdo de Alexanderplazt es el de la multitud de bicicletas, de gente joven, del ir y venir de los tranvías, el olor a salchichas y el calor de estos días en una ciudad que se llena de futuro. Berlín es como el Angelus Novus de Paul Klee mirando al pasado que aunque parezca que le da la espalda al futuro el huracán del progeso empuja sus alas irremediablemente.

8 de agosto de 2009

Sombras del estio,


El mes pasado visité a un antiguo compañero de la oficina, ya jubilado, con el que comentaba lecturas y escrituras cosa rara en aquel ambiente gris y mediocre del trabajo bancario. Era muy aficionado a la literatura llamada de ciencia ficción, como si un relato aunque sea científico no sea pura ficción, incluso me dejó leer su manuscrito EL CLIK para que le diera mi opinión.

Sentados en la terraza de su casa, Del. me confesó que después de tantos años de leer literatura, novelas y relatos clásicos, ahora iba a la biblioteca municipal a por novelas negra y sobre todo la prensa diaria (se ha pasado de El Mundo al ABC). Ahora escribía comentarios relacionados con la actualidad política, me mostró dos volúmenes con sus escritos de la primera legislatura de Zapatero, debió ver mi cara de extrañeza y no dijo nada, yo tampoco quería molestar al anfitrión.

Me dejó algo triste, como si hubiera presenciado la deserción de un compañero de marcha por la montaña, cuando se da cuenta que la cima a alcanzar no merece la pena y se queda esperando en un peñasco a que volvamos el resto del grupo. Parado en el presente.

Quizás la vida ya no le interesaba, al menos no la encuentra en la trama de los relatos que la literatura nos ofrece porque de eso se trata, de encontrar los nudos tejidos que conforman el sentido de toda nuestra existencia en la voz de un narrador que esconde al autor siempre presente pero ausente en el tiempo.

En un discurso Vila-Matas que he leído estos días lo explicaba mejor:"La literatura es una observación universal que abarca los dilemas de la existencia humana, y nada es tabú. Si algo lo es, se debe a que viene impuesto del exterior: la política, la sociedad, la ética y las costumbres pretenden recortar la fuerza singular de la escritura"

Estos días en Peñíscola contemplando desde la terraza de casa el vaivén de las barcas ancladas a orillas del mar creo por momentos que yo también, cuando más aprieta el calor húmedo, me siento parado en el presente y como decía Pessoa, otro oficinista:
Paso horas en Terreiro do Paço, a la orilla del rio, meditando en vano.
Me repongo del bochorno con una taza de te verde y tomo el libro de Gao Xingjian "La montaña del alma" por ver si logro encontrar esos nudos, todo menos seguir el bochornoso espectáculo de los políticos de estas tierras que deambulan sin cansancio como esos perros en la pintura de Barceló "Autour du lac noir" que meditan como si se preguntasen "¿Qué prefieres la realidad o la simulación, la ficción?

26 de julio de 2009

Sombras del estío, extravagancia



  • Escribir es una extravagancia cuando no se escribe una carta, un folleto turístico, una hoja de instrucciones, una receta, una necrológica, un contrato, un informe, un panfleto político, una novela, una oración, una noticia, una querella, una poesía, un código, una ley, una factura, un testamento, un pagaré, un ensayo, un anónimo, un anuncio, un cuento, un discurso, una sermón...

  • Cuando los cazadores volvían de sus incursiones a la caverna donde les aguardaban su grupo y su prole, relataban sus correrías, sus hazañas o sus desgracias. Sin saberlo alumbraron la literatura, el relato de algo que alguien que no lo ha vivido desea conocer. En aquel tiempo el primer extravagante fue el que guardó silencio ante la mirada llena de curiosidad de sus atentos compañeros de caverna.

  • Hoy cuando veo en las librerías tanto libro en la mesa de novedades (en nuestro país 73.000 el año 2008), tanto libro-consumo editado al peso (“Libro, cualquiera que sea, ¡siempre demasiado largo!”, G. Flaubert, Bouvard y Pécuchet)), comprendo a algunos escritores extravagantes que han decido guardar silencio aunque los confundan con unos vagos.

18 de julio de 2009

Sombras del estío, la polis


En el siglo VIII antes de Cristo el logro más importante para la humanidad es la creación de la polis, la ciudad-estado, donde sus habitantes inician el autogobierno.

Ahora el logro más importante para los que vivimos en las ciudades gobernadas por la partitocracia más mediocre sería poder vivir sin angustiarse por las barbaridades que se dicen los unos a los otros.

12 de julio de 2009

Sombras del estío, Patrik Modiano



En la rendija del cemento, como un dedo vivo que señala, crece un hierbajo rebelde en esta ciudad de sol y cemento. Dejo unos días el mar y las escaleras de la casa del pueblo para reencontrarme con trajes corruptos, alcaldesa desquiciada, cemento caliente y el libro de Patrick Modiano terminado.

"Calle de las tiendas oscuras" me ha intrigado por el narrador que busca su pasado paseando por la ciudad más llena de historias de la vieja Europa. El ir y venir por las calles con un mapa delante mientras lees me ha sorprendido aún más, la ficción plasmada en las fachadas de las casas y las aceras con Google. Deshacer los nudos de la memoria en las casas, en las calles, en las personas que las habitan es un modo de reconstruir lo más manipulable de nuestras historias personales y el relato de esas historias es lo que logra de un modo magistral el escritor.

Al final el libro, como ese hierbajo de la foto que hice cerca de casa, termina con una llamada a incredulidad por la intensidad con la que vivimos y la insignificancia de nuestra vida: "¿Y acaso no se esfuman en el crepúsculo nuestra vidas con la misma rapidez que es disgusto infantil?"

Mañana vuelvo al pueblo por ver si el mar trae de una vez por todas recuerdos de otros tiempos.

28 de junio de 2009

Sombras del estío, hasta pronto Manuel



Me entero por Tanhäuser del fallecimiento de Manuel Ortíz cuyo blog visitaba mucho últimamente. La primera vez que lo hice fue a raíz de su petición para utilizar un texto de una entrada mía. No lo conocí personalmente pero por la foto que nos ofreció hace tres semanas, la imagen es clara aunque la sombra de la enfermedad se filtra en su mirada, su cara transmite la luz de una buena persona.

Escribí un comentario en un artículo de los suyos, periodismo de altura muchas veces, y sin saberlo me sorprendió con el regalo de una suculenta sobrasada por haber escrito el comentario 3000. Esta tarde al abrir la nevera quedo impresionado al pensar que el sabroso embutido ha durado más que Manuel. Cuando relea su blog -frigorífico "internético"- su recuerdo estará impregnado de palabras y sabores intensos.

Gracias Manuel, tu buena sombra me refrescará estos días de estío. Yo también pienso como tú ("Lo importante es que haya una persona capaz de transcribir en un papel sus ideas, mejores o peores, y de que exista otra, al otro lado, pero muy lejos de su mesa, que sea capaz de leer ese texto") y seguiré con mis pequeños escritos pensando que hay alguien que los lee.

23 de junio de 2009

Sombras del estío



Nos dejó el señor invierno la estantería con libros por leer, sin saber por quién leemos si por nosotros o por los otros; a la sombra del estío uno recuerda las palabras de Henry Miller, el envidiado borracho, pornógrafo virginal, sobre los lectores asiduos:

- unos leen para escapar de ellos mismos
- otros lo hacen para armarse contra peligros reales o imaginarios
- otros para mantenerse a la altura de sus vecinos o para impresionarlos, que es lo mismo
- o para saber lo que pasa en el mundo
- o para entretenerse, para ser estimulados y llevar una vida más rica.

Estos últimos son los más admirables para Miller, porque no viven torturados por el miedo, son los raros, gozan , "no tienen necesidad de leer libros sagrados ni de comportarse como santos porque ven la vida en su totalidad y ellos mismos son totales, de manera que para ellos todo es total y sagrado".

Llega el estío que empuja indolente a tumbarse a la sombra y leer "millermente" a Flaubert que decía sobre la estupidez, atributo de la norma:
"La mediocridad quiere la regla; yo la odio. Siento contra ella y contra toda restricción, corporación, casta, jerarquía, nivel, rebaño, una execración que me llena el alma"

16 de junio de 2009

BLOOMSDAY IN VALENCIA 2009



A las siete y cuarto despierto, una noche sin descanso, con pesadillas, soñó con Clarisa. No desayuna, recoge el periódico del buzón y sale a buscar el cansancio por la avenida de Suecia, con las aceras llenas de excrementos caninos porque ha llovido y los guardias de la alcaldesa no madrugan para poner multas a los cretinos paseantes de perros antes de ir a la oficina. En la esquina con Amadeo de Saboya un cura atraviesa el paso de peatones con un niño de la mano que llora, recuerda a Oliver pero estamos en una mañana primaveral de 2009. Los autobuses repletos de adormecidos oficinistas, dependientas, limpiadoras, bancarios, pasan veloces ignorando a Esteban que ya no tiene oficina en la que refugiar su aburrimiento.

Al llegar al cauce del río un hombre de pómulos salientes, pelo corto, rubicundo, alto y fuerte le pregunta con voz ronca y palabras rotas por la estación de autobuses: no está lejos, siga todo arriba y al séptimo puente la verá. Se sienta en un banco cerca de un pino y lee la prensa despacio, con atención. Un retorcijón le empuja a subir por Navarro Reverter, la fuerza de la costumbre no perdona, el café es casi una obligación. En la calle la Paz entra en un café franquicia lleno de marroquíes, allí como si le estuviera esperando toda la vida Fabiano le hace una señal para que se siento a su lado. Se abrazan, después de tantos años, qué alegría. Esteban le pregunta si se ha vuelto a casar, se enteró de la muerte de su segunda pero qué tristeza, morirse en un hotel mientras hacía pilates.

Fabiano se enciende un caliqueño para que no se note las lágrimas que le salen, no no me he vuelto a casar, ya me he decidido a vivir solo, algo que antes no podía soportar, debe de ser cosas de la edad ¿verdad Esteban? Uno se acostumbra con los años, cuando el sexo ya no empuja tanto, cuando los amigos ya se han ido y los hijos han volado, la soledad se vuelve más tolerante, incluso aprendes a reírte sólo cuando ves las memeces de la televisión, ¿verdad Esteban? Y tú aún estás con ... - Si, ni se ha muerto ni nos hemos separado, somos dos buenos compañeros que compartimos piso y mucho más.

Por Santa Catalina, al olor de los churros Esteban recuerda la pesadilla que ha tenido con Clarisa sentada en el sofá, ante la tele, llorando porque aparecía en pantalla una foto fija de su pueblo, sin música, en blanco y negro. El no podía cambiar de canal, golpeando el mando, la pantalla y Clarisa llorando y Estaban cada vez más angustiado.

Al llegar a la biblioteca hay un pequeño alboroto en el mostrador de pedir los libros, una mujer pelirroja, muy seca, esbelta, de unos sesenta años increpa a la bibliotecaria que no le hace caso y espera la llegada del guardia de seguridad:

-Es inaudito, mi marido no puede dormir, lleva varios días muy alterado, en la Universidad no le hacen caso, ya no trabaja, únicamente piensa en acostarse conmigo a todas las horas, pero no duerme, ni hace nada, pasea solitario por las calles en busca de recuerdos para poder cambiarlos cuando me lo cuenta al regresar cuando lo espero todos los días del año para comer con nombres que no conozco de calles que nunca he paseado por ríos que no he navegado y me arranca lagrimones con sus poemas sin sentido como cuando nos conocimos a la sombra de un pino cerca de aquella ermita pobretona que nunca más hemos vuelto a visitar ni Esteban me ha vuelto a nombrar para no sufrir por aquellos bellos revolcones ahora olvidados con olor a pino y tierra de huerta húmeda en aquellos junios de los setenta cuando cogidos de la mano me decía fíjate Clarisa y sufríamos al observar todas las imágenes de El manantial de la doncella y ver el fanatismo de las creencias religiosas en blanco y negro con actores suecos cuando en nuestra ciudad era algo cotidiano pero ahora ya no vamos al cine sólo lee y lee y relee por eso le pido de una vez por todas me entregue de una puñetera vez el Ulises del aquel borracho irlandés y recordará aquel día en Madrid en casa de Antonio cuando me pidió si quería yo decir sí mi flor de la montaña y primero le rodeé con los brazos sí y le atraje encima de mí para que él me pudiera sentir los pechos todos perfume sí y el corazón le corría como loco y sí le dije sí quiero Sí.
(Esta narración nació gracias a la iniciativa, esfuerzo y entusiamo del blog: El lamento de Portnoy )

13 de junio de 2009

El futuro, hermano del pasado


(Via Sheila)

En vísperas del Bloomsday, que nos recuerda el blog El lamento de Portnoy, he releído algunos párrafos del libro de J.Joyce del que tuve primeras noticias en una guardia de la mili. Un compañero, solitario, raro y con muchos calabozos en sus costillas, me enseñó su libro sucio, rayado, con cientos de apuntes en los márgenes. Era la primera vez que me intrigó un libro que no acababa de entender en los pocos párrafos que leí aquella noche de invierno, con olor a botas y CETME engrasados, cuerpos enfriados, y vino tinto, mucho vino de Cariñena. Así me encontré de bruces con Joyce. La curiosidad por destriparlo aún me persigue.
Tal como nosotros, o la madre Dana, tejemos y destejemos nuestros cuerpos -dijo Stephen-, con sus moléculas de acá para allá en lanzadera, así el artista teje y desteje su imagen. Y tal como la verruga en mi tetilla izquierda está donde estaba cuando nací, aunque todo mi cuerpo se ha tejido de nuevo material una vez y otra, así a través del padre inquieto resplandece la imagen del hijo que no vive. En el intenso instante de la imaginación, cuando la mente, dice Shelley, es un ascua que se extingue, eso que era yo es lo que soy y lo que en posibilidad puedo llegar a ser. Así en el futuro, el hermano del pasado, me puedo ver a mi mismo tal y como estoy sentado aquí pero por reflejo desde eso que seré entonces.
(Ulises, James Joyce, Ed. Lumen)

7 de junio de 2009

Arte según Robert Musil


Buscar en el arte algo más que satisfacción de los sentidos ha sido desde el siglo pasado una constante entre los escritores filósofos, es decir entre los exploradores de lo humano.

En "El hombre sin atributos" Robert Musil busca el sentido de muchos aspectos de la vida y del mundo que nos rodea, especialmente en Europa, desde la trama de su relato. Lo leí con precaución hace años, por su densidad, y hoy al releer algunas páginas señaladas encuentro párrafos de una gran actualidad:
"Los problemas más caros, los de la nación, los de la paz, de la humanidad, de la virtud, y otros semejantes, cargan sobre sus espaldas la más barata flora del espíritu. Sería un mundo muy absurdo si todo fuera así, pero si se admite que el tratamiento de un asunto baladí puede resultar más importante cuanto lo sea el tema del mismo, entonces ése es el mundo del orden"
El papel que reserva Musil a los escritores es esencial precisamente para convertir un asunto baladí en algo interesante para la mayoría de sus lectores, en una época de máxima industrialización:”Así como el príncipe del espíritu pertenece al tiempo de los príncipes, el gran escritor pertenece al tiempo de los grandes espectáculos y al de los grandes almacenes”

Y este aspecto de la literatura, el arte, es lo que destaca Coetzee en su libro “Mecanismos internos” cuando se refiere al guía favorito de Musil que era Nietzsche: “En Nietsche encontró un enfoque a las cuestiones de moralidad que iba más allá de una simple polaridad del bien y del mal, el reconocimiento de que el arte puede, en sí mismo, ser una forma de exploración intelectual, y un modo de filosofar, más aforístico que sistemático, que se correspondía con su propio temperamento escéptico”

El relato, sea una obra de literatura, cine o plástica, en un mundo cada día más sujeto a los vaivenes del mercado, de las modas, no debe abandonar el papel de explorador intelectual que siempre ha tenido. El gran enemigo de la inteligencia es la banalización de todo lo que nos hace ser más sensibles a los problemas de la humanidad y el papel del arte, para mí, es esencial en desenmascarar a los falsificadores. Esa hazaña la tienen en sus manos los lectores o por decirlo de otro modo está en su capacidad para no dejarse contaminar y poder reflexionar, filosofar.


30 de mayo de 2009

En el corazón de J. Conrad



¿Qué personaje del libro de J. Conrad “El corazón de las tinieblas” expresa las opiniones del propio autor? Lo que pensaba sobre el genocidio belga en el Congo, sobre la inutilidad para los africanos del colonialismo blanco, la denuncia del supuesto altruismo del colonialismo mercantil que se mantenía desde Montesquieu.

Marlow nos incita a leer hasta el final para conocer a ese tenebroso personaje, peón de la maquinaria sangrienta, que es Kurtz. Al final descubrimos, antes de que apareciera Hitler, que el ansia de riqueza y poder le lleva convivir de un modo rutinario, casi doméstico, con la barbarie y la bestialidad más inhumana o tal vez demasiado humana.

El viaje por el río, con todo lo que conlleva, es un trayecto que no tiene sentido más que para describir las etapas del conocimiento de aquel enorme genocidio (6 millones) que se perpetró por el rey de Bélgica y que nadie se atrevía a denunciar, el horror era tan cotidiano que no llamaba la atención. La idea del paradisíaco indígena que había llegado desde la Polinesia (Diderot), bien ilustrado por Gauguin, se esfuma en “El corazón de las tinieblas” en palabras de esa magnífica invención que es Marlow, el Conrad oculto.

Este relato es de esas obras que como dice Vila-Matas: “esperamos de ellas revelaciones que nunca llegan, siempre a la luz del discurso entretenido de un narrador perverso que demora como puede la decepción final”. Es como en una travesía entre montañas que siempre tienes a la vista la silueta imprecisa del final del viaje, fatigoso y cansado, pero que sabes que allí está lo peor, subir a la cima y sigues caminando.

Las palabras y comentarios de Marlow salen del corazón de Conrad, que no quiso expresarlo directamente, al fin y al cabo colaboró como marino mercante en aquel horror tan familiar del colonialismo blanco del siglo XIX.


22 de mayo de 2009

Renacer


(Una página de "Anónimos" ed. Traspies, coloreada por mi)

No me llamo Ismael, pero desde hace muchos años suelo darme paseos por la parte acuática del mundo, la que no puedo pisar, todo aquello que es un continuo sugerir: la literatura. Al igual que el Ismael de Melville, también necesito combatir la melancolía y regular la circulación de la sangre con un libro de relatos en las manos.
Leí hace unos días el librito (Anónimos) de Miguel Sanfelíu, del que no se nada más que lo que leo en su blog. Son cuatro relatos cortos:"Solo","Anónimos", "El campeón de Arequipa", "Renacer", muy sencillos, de fácil lectura pero que dejan un reguero de sugerencias para que el lector las desvele sin oscuridades metafísicas ni empalagosas descripciones.
Los cuatro relatos están ilustrados por el propio Miguel, como aquellos libros de aventuras que leía en la infancia con dibujos alternando las páginas llenas de palabras, palabras que nos abrían mundos tan alejados de nuestras vidas recluidas.
El relato, para mi, más redondo ha sido el último, "Renacer", en el que el narrador descubre que madurar es ser otro diferente casi sin darse cuenta, ese otro que no queremos reconocer en nuestras decisiones más importantes. Me ha sentado bien.


14 de mayo de 2009

Una sobrasada de escándalo


Gran escándalo porque una multitud de asistentes al partido de fútbol le pitan al himno nacional con la presencia del Rey. Como si todo el mundo tuviera que ser monárquico, incluso cuando se tiene el cuerpo bañado en la adrenalina prevista antes del partido. Cuando uno ve al Borbón presidir un partido de futbol tiene que acallar su euforia o expresarla, eso es la libertad de expresión. Gran escándalo cuando esas expresiones no coinciden con lo que esperan los músicos de turno.

Cerca de casa una empalizada artesanal se cae desgastada por la lluvia y el abandono, aspecto que no consiguen ni de cerca en las películas de cine, las tablas dejan ver un campo asilvestrado con un níspero, una higuera y un lauro que no añoran a su huertano porque siguen verdes y arqueando sus ramas de frutos. Nadie se escandaliza, los árboles y las hierbas también pitan pero nadie les hace caso.

En casa abro el artesanal paquete que me envía desde su Mallorca dorada el convaleciente y dolorido Manuel Ortíz. No podemos resistir y preparamos dos magníficas rebanadas de pan con la golosa sobrasada mallorquina. Pienso en Manuel y casi me emociona al recordar sus palabras por el trance que pasa estos días de dolor, pero inmisericorde el lujurioso embutido me engulle y disfruto sin escándalo mientras oigo por la ventana el sonoro alborozo de los forofos del Barça, las pitadas de los coches. Gracias Manuel, nunca pensé que por expresarme libremente en tu blog ahora pudiera disfrutar tu magnífica sobrasada mallorquina.

7 de mayo de 2009

Amigo Mario Benedetti




Vengo del blog de Eterna Aprendíz, me sumo al homenaje a un poeta que está por momentos de esos que se dice de ida y vuelta, en el hospital.

Recuerdo este verso de su libro "Inventario Uno". Mario Benedetti acerca su lupa poética a los instantes más humanos que todos vivimos o viviremos:

SINDROME
Todavía tengo casi todos mis dientes
casi todos mis cabellos y poquísimas canas
puedo hacer y deshacer el amor
trepar una escalera de dos en dos
y correr cuarenta metros detrás del omnibús
o sea que no debería sentirme viejo
pero el grave problema es que antes
no me fijaba en estos detalles.