6 de octubre de 2008

Julien Gracq



He leído estos días, a ratos, el libro de Gracq "A lo largo del Camino", breves anotaciones hechas sobre su vida, la historia y caminos de Francia, sueños, arte y literatura.

Es en el campo de la literatura por donde pasea con más entusiasmo y tiene observaciones de tanto sentido común que uno se sorprende que padezcamos ese olvido a que nos someten los medios de comunicación en todos los ámbitos.

Después de unos párrafos dedicados a Pieyre de Mandiargues, del que destaca uno de tanta actualidad como es el de la metaliteratura (contra los doctrinarios de la objetividad del autor y de la libertad de los personajes..), dice sobre la "inmortalidad de la literatura":

La obra de un escritor, pasada la era clásica, se afirma cada vez menos, en cuanto a permanencia, como un absoluto, y cada vez más como sostén temporal y una garantía, que se reactiva ocasionalmente según las necesidades de la "ideología dominante" o de la técnica literaria del momento. Lo que llamamos inmortalidad no es a menudo sino una continuidad mínima de existencias en biblioteca, capaces de ser movilizadas de vez en cuando para avalar la moda o el carácter literario de la época.

El 3 de diciembre de 1951 Julen Gracq rechazó el Premio Gouncourt.


1 comentario:

Sirena Varada dijo...

Desde la rotundidad y lucidez del párrafo de Gracq quiero suponer que habría que dejar un resquicio al optimismo, aunque se sustente en las excepciones.

(El caso, Pedro, es que tus reflexiones y tus citas nunca me dejan indiferente.)

Saludos