23 de septiembre de 2008

De libros



Estos días en que el cielo se cubre de nubes y el calor se aleja despacio, todo ayuda a escribir huyendo del diario trajín. Como si el clima influyera en nuestra capacidad de creación al igual que muchos peces que emigran, desovan y mueren según la temperatura del agua en la que habitan. Y es el tiempo que invita al escritor a ofrecer una parte de su yo semi-confesado que el lector de libros tratará de descifrar.
  1. Leer libros, una actividad tan bien vista, siempre será algo sospechoso. Uno cuando se cruza con una persona que lleva un libro en la mano, no puede evitar una mirada a la tapa del libro, es como si quisieras acercarte más a ese lector y ver si tienes algo en común con su curiosidad, porque el lector es el curioso por antonomasia.
  2. La cultura adquirida a través de los libros, es como el polvo que se deposita en los muebles de una casa deshabitada, no se sabe de donde sale ni quién lo deposita pero se nota su presencia. Muchas veces los libros que hemos leído no son más que un recuerdo difuso del que apenas podemos decir de qué tratan, pero diremos que los leímos aunque no los termináramos e incluso libros que nunca llegamos a leer van a parar a nuestra memoria libresca por cercanía y afinidad con nuestra experiencia lectora.
  3. Dice Julien Gracq a propósito del leer y la cultura que se adquiere: “Esta cultura acrecentada por encabalgamientos, por reconducciones y por contaminación es quizá la verdadera cultura libresca. El libro es contagioso. La masa de los libros conocidos confiere una semi-realidad manejable a los libros no leídos aún que ella rodea y hace presentir

2 comentarios:

Conciencia Personal dijo...

Sin libros soy menos que nadie, son los amantes perfectos....

Clarice Baricco dijo...

Sí, es algo sospechoso. Me identifiqué en tu apartado número uno, y en el dos me entró nostalgia.

Abrazos.

Graciela.