27 de abril de 2008

Equilibrio


(Hu Jieming, Raft of the Medusa) Via www.paladix.cz


Hoy he hablado con mi amigo JV de su vida tranquila y sosegada, con sus alifafes cotidianos que aligera con sus labores en la huerta. Me dice que últimamente le vienen sensaciones y recuerdos de su infancia cuando le llegan olores del campo, como si la naturaleza le acogiera de nuevo y le hiciera olvidar todos los años, más de treinta, de fatigas bancarias, luchas sindicales, disgustos por la indigna actitud de sus compañeros de oficina. El huerto le tranquiliza y le vacuna contra la desmesura urbanita de nuestros días.

Es este tema de la desmesura, el afán del siempre más, el deseo insaciable, el no tener bastante, el no poner límites a la codicia, creo yo que es la esencia de nuestro mundo, de nuestro sociedad civil. Se ponen límites por abajo, el salario mínimo interprofesional, pero nadie habla de poner límites a los salarios máximos. Las religiones coinciden en la condena de la codicia y la avaricia pero fijan el castigo en el más allá, y las que gozan de más poder (cristianas y musulmanas) no dudan en la ostentación de sus riquezas y templos construidos a la sombra de la codicia de los poderosos, dan ejemplo.

Desmesura y equilibrio, son como la herida y el pudor en que nos movemos como tontos que diría el sabino Horacio: el falso pudor de los tontos / oculta heridas no curadas.

Pero me temo que entre las grandes olas de la tempestad que apenas percibimos, los urbanitas occidentales, con el estruendo de la maquinaria del consumismo como fondo de un progreso sin objetivo, de modo figurado por así decirlo, se está construyendo una moderna Balsa de la Medusa cuyos náufragos algún día pedirán justicia por el abandono y el canibalismo al que son forzados

Mi amigo JV, en la calma de su huerta, quizás halló el mensaje milenario de la naturaleza que al convivir con sus estaciones, sus mañanas y sus silencios lo único que pide es equilibrio, armonía, mesura y escuchar atentos los ruidos de los insectos que hablaba Ryookan a principios del siglo XIX:

De atardecida

sólo hay en el jardín

ruido de insectos.

3 comentarios:

Ángel M. Felicísimo dijo...

Magnífico post, no suelo comentar (aunque sí leer) pero hoy no me podido resistir.

Sirena Varada dijo...

Como angel, tampoco yo suelo comentar, pero cuesta ningunear una reflexión de este calado y el magnífico estilo con el que ha sido escrita.

Noemí Pastor dijo...

Pues básicamente estoy de acuerdo contigo.
Sólo tengo una pega. A mí también me dan ganas de retirarme a mi jardín y olvidarme de todo, pero así no mejora el mundo.
Besos.