18 de febrero de 2008

Maupassant y la esperanza

¡Ah!, y si les viera hacer la instrucción durante horas, todos los días; todos ahí, en el campo; y ahora tira para adelante, y ahora para atrás, y vuelta hacia aquí, y venga hacia allá. ¡Más les valdría trabajar la tierra, o arreglar las carreteras, en su país! ¡Pero, ca, ni hablar, no, señora, esos militares no hacen ningún provecho a nadie! ¡El sufrido pueblo los tiene que alimentar para que no aprendan otra cosa más que a matar! Yo sólo soy una vieja sin educación, es cierto, pero, al verles que destrozan su salud marcando el paso de la mañana hasta la noche, me digo: “Cuando hay gente que se rompe los cuernos para inventar cosas que sean útiles ¿cómo es posible que otros no tengan otra idea que hacer cosas perjudiciales? ¿No es abominable matar a la gente, acaso? Lo mismo da que sean prusianos, ingleses, polacos o franceses...” (“Bola de suif”, traducción de G.Oliver)

Estos días estoy con Guy de Maupassant (1850-1893), un descubrimiento reciente. Escritor de cuentos redondos en los que trata de pintar como un Monet literario el agua, el amor, el otro, la hipocresía. En muchos aspectos es el típico escritor que escribe en una época cambiada, el decía que su siglo era el XVIII, aunque quizás hubieran tenido más sentido sus palabras en el final del siglo XX (“no se pueden tener ideales, porque nunca el objeto amoroso será capaz de realizar, de poner en acto ese ideal”) cuando descree de las instituciones honorables (matrimonio, patria, ardor guerrero,...).

Es un escritor moderno por su crítica, avanzada para su época fin del siglo XIX, de los pilares en los que se asienta el llamado mundo occidental. Antibelicista, poco entusiasmado por nacionalismos patrioteros, denunció el imperio del dinero sobre todos los valores, crítico de la explotación de los débiles, el colonialismo, el racismo, el dominio paternalista de unos sobre otros en virtud de cierta inferioridad. Quizás todo aquello que en la primera década del siglo siguiente tan escuetamente caricaturizó Grosz en la Alemania prusiana (estos días hubo una excelente exposición de sus caricaturas en el MUVIM – Valencia).

Para muchos, hoy también se ocultan las estadísticas de suicidios, el desarreglo del mundo acaba por sepultarlos en la soledad no deseada, y allí también les alcanza. Guy de Maupassant también fue alcanzado, intentó suicidarse y murió loco en julio de 1893.

Quizás olvidó su días navegando con el “Bel Ami” por el Mediterráneo, tardes de sol en barca por el Sena en los dulces remansos de la Grenouilere, olvidó a su amigo Flaubert y ya no recordaba que la felicidad es la espera tranquila y paciente de unas alegrías que no llegan, como un horizonte lleno de esperanza...



1 comentario:

Luis Rivera dijo...

Amigo Petrusdom: si uno puede llegar a creer que las lecturas dan el perfil de las personas, me hago una idea del suyo y debo decirle que es plaventero.

Magnífica asociación de Maupassant con Monet. Y exacta, no había caído en ella (hay tantas cosas en las que no se cae) pero a partir de ahora, mis lecturas del escritor tendrán el color dle pintor y su pincelada breve y plácida.