23 de septiembre de 2007

Corona

Ahora que termina el verano y parece que por fin los que vivimos cerca del mar Mediterráneo podremos descansar un tiempo del bochornoso calor, ahora que todos miramos los ojos de los que nos rodean para ver un trozo del tiempo que vivimos sin temor ni miedo a que por fin la piedra pueda florecer, la utopía, he recordado un poema de aquel judío que vivió un tiempo lleno de piedras y cenizas, una época que no pudo soportar aunque escribiera en la lengua de los asesinos de su familia.
En 1948 escribió este poema antes de irse a vivir a París, la ciudad que lo vio morir: Corona


En mi mano el otoño come su hoja: somos amigos.
Extraemos el tiempo de las nueces y le enseñamos a caminar:
regresa el tiempo a la nuez.
En el espejo es domingo,
en el sueño se duerme,
la boca dice la verdad.
Mi ojo asciende al sexo de la amada:
nos miramos,
nos decimos palabras oscuras,
nos amamos como se aman amapola y memoria,
nos dormimos como el vino en los cuencos,
como el mar en el rayo sangriento de la luna.
Nos mantenemos abrazados en la ventana, nos ven desde la calle:
tiempo es de que se sepa,
tiempo es de que la piedra pueda florecer,
de que en la inquietud palpite un corazón.
Tiempo es de que sea tiempo.
Es tiempo.
(Traducción de José Ángel Valente)

4 comentarios:

M dijo...

Ojala sea ese tiempo el que llega...

Isa Segura B. dijo...

'De noche, cuando el péndulo del amor
oscila entre el siempre y el nunca jamás,
tu palabra derriba las lunas del corazón
y tu ojo azul -borrascoso-
le entrega el cielo a la tierra.'

Pensé que lo mejor era dejarte mi huella con otros versos de Paul Celan.
Gracias por recordarnos tan emotivas letras.
Saludos.

Conciencia Personal dijo...

Tiempo de volar sueños decía el abuelo...las hojas desprenden los alfileres...
Tiempo de acariciar lo humano presente...dice, Monique.

Besos.

Luis Rivera dijo...

Al final de todo, Petrusdom, siempre nos quedará un poema, una síntesis breve del sueño de vivir. El hombre es, según el poeta griego, la sombra de un sueño.